Hace sesenta años yo vivía en uno
de los barrios de Barcelona, Les Corts, que no dejaba de ser un pequeño pueblo
enclavado en una gran ciudad. Entonces no existía El corte Inglés, ni el metro.
El Camp Nou acababa de ser inaugurado y
los niños aún jugábamos en las calles.
Recuerdo muy bien como funcionaba
todo en lo que respecta a los suministros domésticos. La leche se recogía en
una lechera e íbamos a comprarla en una vaquería que aún existía. Mi madre
solía darme un embudo y un recipiente metálico para ir a buscar aceite a granel
en uno de los colmados. Para las bebidas como gaseosas, cervezas, sifones, se
usaban envases de vidrio retornables. Los huevos se recogían en una cestita de
alambre. El vino a granel en una garrafa de vidrio. Para el agua, algunos iban
a recogerla en fuentes con envases de vidrio o en cubos, o llegaba a casa en el
suministro. Recuerdo como en los colmados manejaban el papel para hacer
cucuruchos y depositar en ellos fruta o diferentes alimentos. Para comprar se
usaban cestas de mimbre. La carne y algunos alimentos grasientos se envolvían
en papel encerado. La mayoría de los comestibles eran a granel y se encontraban
expuestos libremente.
Cierto día de aquella época,
observé asombrado como un grupo de señoras se reunía en casa para enseñar y
ofrecer a la venta unos extraños recipientes de aspecto trasparente,
sólidos resistentes y herméticos, donde
se podían depositar tanto alimentos como otras cosas, creo que le llamaban Tupperware. Poco más tarde, en la feria de
Barcelona nos regalaron unas bolsas finas de un material que no había visto
nunca, junto con un abanico de cartón…Sin que llegara a intuirlo, algo iba a
cambiar en el Mundo, que empezaban a llamarlo moderno.
Han pasado sesenta años, hoy en día
el plástico se ha adueñado de nuestras vidas y ejerce una tiranía difícil de
erradicar. No existe alimento que no vaya acompañado del plástico. Las bolsas
de plástico han arrinconado a las cestas de mimbre para recoger la compra y
apenas ninguno de los envases son retornables.
Nos alarman con razón de lo
contaminado que está el mar de este material nada biodegradable y ya son
extensas las campañas para indicarnos que estamos ante una gran amenaza de
contaminación ambiental. Desde hace un tiempo se han procurado contenedores
amarillos para que depositemos en ellos el plástico con la intención de
reciclarlo, pero la fuente no cesa y así es difícil parar la tiranía.
Casi cada día yo deposito en el
contenedor una bolsa grande donde aparecen envases de: aceite, leche, agua,
zumos, detergentes, envoltorios de alimentos diversos, mallas, etc, etc… y digo
yo, porqué no para la vorágine si tenemos el ejemplo de antaño. Habrá que
preguntárselo a alguien.