De niño me enseñaron
las cuatro estaciones,
todas ellas estaban
plenas de emociones.
La primavera…
donde nace el color
y brota la esperanza.
El verano…
cuando la piel respira
abrazándose al sol.
Otoño…
languidecen las hojas
y se refresca la inspiración.
Invierno…
llega el frío y en su abrigo
se recogen las almas.
Y ahora que soy viejo,
la primavera anda despistada,
el verano alocado,
del otoño no se nada
y el invierno entra brusco
como si fuera una andanada.
Y de aquello que me enseñaron
solo queda el recuerdo,
de una naturaleza
entonces… equilibrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario