Siempre que llega la navidad, viene a mi memoria un hecho histórico
acontecido en el frente Occidental, durante la Primera Guerra
Mundial, la famosa Tregua de Navidad entre dos sectores de los ejércitos
alemanes e ingleses,
Los soldados de las trincheras, durante unas
horas dejaron de serlo para convertirse en seres humanos, olvidaron matarse
unos y otros y se dedicaron a confraternizar y enterrar a sus muertos. Poco
duró este hecho porque los altos mandos decidieron que siguiera la matanza, tan
pronto acabó la corta tregua que esos seres humanos decidieron iniciar de forma
unilateral.
Y que es la Navidad hoy día para
nosotros los que hemos sido educados en la cultura cristiana, sino una tregua dentro
de la sociedad en que vivimos. Durante unas horas nos permitimos el lujo de
recordar que somos buena gente, para luego sumirnos en la cotidianidad.
Somos una sociedad virtualmente violenta,
basta pasearse por la pequeña y gran pantalla para corroborarlo, basta leer los
diarios, la literatura para percibirlo. La muerte está presente sin dar
demasiado valor a la vida.
Pero como bien dijo Jean-Jacques Rousseau:
“El ser humano es bueno por naturaleza, es la sociedad quien lo corrompe”… Por
lo tanto permitamos que esta tregua nos lo recuerde una vez más.
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