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Su nombre proviene del latín “titio”, que viene a significar Tea,
Antorcha, Hachón …Esta tradición es de origen pagano y data de muy antiguo,
cuando se veneraba en tiempos del solsticio de invierno a uno de los troncos de
la chimenea, ya que él les daba luz y calor.
Como ha sido habitual, la iglesia católica se apropió de esta tradición.
En Catalunya concretamente “cagar el tió” consistía en tomar un tronco, al que
se le dibujaba los ojos, colocándoles unas patas delanteras y una nariz,
coronándolo con una barretina y vistiéndolo con una manta para que no pasara
frío. Los días previos a la navidad se le alimentaba y justamente en la
nochebuena, después de cenar y antes de la misa del gallo, se le golpeaba con
un bastón para que “cagara” principalmente algunas golosinas.
Todo lo que no sea eso, creo que es adulterar la tradición y darle un
sentido materialista. Como muestra, solo ver como en los primeros días de
Diciembre, las luces navideñas, y los tiós ya danzan por todas las calles, ya
sean de ciudades o pueblos.
Lamentablemente esa es la cruda realidad, “la pela es la pela” y a las
tradiciones que les den por ahí, eso lo saben muy bien ciertos estamentos de
nuestra sociedad, que no han dudado en seguir el ejemplo de lo que en su día
realizó la iglesia, ni más ni menos que “arrimar el ascua a su
sardina”… es lo que hay… de pena.
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