Intentaré
expresarme a través del sentido común, que viene a ser el menos común de los
sentidos. Siempre tendemos a posicionarnos en los extremos sin acceder a la
empatía.
Este
País nuestro no se aclara, a pesar de que nos congratulamos de tener una
maravillosa democracia, tras haber realizado un excelso ejercicio de transición
después de superar una dictadura militar, y lo dejamos ahí.
Nací
en el año 1951 y tardé en entender lo que era una dictadura precisamente porqué
fui educado en ella. Mis padres como otros muchos se trasladaron a Catalunya en
busca de trabajo desde otra región del País y puedo aseverar desde mi más
estricta experiencia personal que Catalunya me ha tratado siempre bien.
Otro
punto de vista es entender si a Catalunya se la ha tratado correctamente. Tenía
yo veinte años allá por el año 1971, cuando en plena calle alguien nos paró
porque escuchó que mi amiga estaba pronunciándose en catalán. El impacto
emocional fue tremendo: al “Habla en cristiano pendeja”, le sucedió un bofetón
porque ella se molestó ante la ingerencia.
Siempre
he sido muy curioso y me ha gustado hablar con todo el mundo sin distinciones.
Un día una mujer de mi generación me habló de cómo a su padre por ser un
empresario, le habían fusilado los milicianos durante la Guerra Civil, y de
cómo en la cuneta de la carretera donde ocurrió el hecho figura hoy en día
todavía un monolito, su padre descansa en el nicho de un cementerio. Otro día
un hombre me habló de cómo su padre por ser maestro y afiliado al partido
Socialista Obrero Español, fue fusilado en una cuneta y todavía están
pendientes de localizar su cuerpo y enterrarlo dignamente.
Las
heridas si no se cierran debidamente, corren el riesgo de seguir sangrando y
hoy en día la política que podría solucionarlo está llena de “parlanchines”.
Unos son nostálgicos del pasado, otros van de aquí para allá según donde va el
viento, otros se dejan llevar olvidándose de lo que representan y los que están
más a la izquierda no se aclaran y se dividen porque no se acuerdan de la frase
supuestamente atribuida al emperador Julio Cesar “Divide et impera” (Divide y
vencerás)… y desgraciadamente todo resulta ser una pantomima porque los que
mandan no figuran entre el elenco político sino ocultos entre las sombras.
En
definitiva los problemas están ahí y solo el diálogo y el sentido común los
pueden solucionar…y si no se reconocen las heridas y se curan, raramente se
cerrarán y seguirán sangrando por los días de los días.
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