Pasa el tiempo
desgranando años,
asustan las arrugas del tiempo vencido.
Más pensando en el regio árbol
de tronco recio y sólidas raíces,
a vuestra vera me arraigo,
buscando abrigo.
Es ese calor que de vuestra experiencia recibo
quien convierte mi ademán en una sonrisa,
tan plácida, serena como concisa.
Bendigo los frutos de vuestra entereza
que recojo cada día con presteza.
Y con
todo mí ánimo renovado,
es mi deseo cuidar mimar y atender,
a ese árbol del que estoy, agradecido.
Mas si un día mi memoria fallara,
decirme que fueron ellos,
los que ya no están,
quienes cimentaron lo que ahora somos.
Y Para que el recuerdo no se extinga,
dejar que su mención, cabalgue al compás,
de nuestra efímera existencia.
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