Cuando yo era joven, no es que temiera a la
muerte, es que ni por asomo pensaba en ella. Cuando era joven estaba pleno de
energía y necesitaba explayarme como fuera. Bien es cierto que el deporte me
ayudó, pero fuera de él necesitaba salir, ver mundo, compartir con los amigos
la libertad de los espacios abiertos y las fiestas mundanas.
Ahora que soy ya prácticamente un anciano y
que en estos días inciertos pulula en el ambiente no solo nuestro sino en todo
el orbe, cierto virus de nombre aparentemente noble pero horrible en su
complemento “Corona-virus”, entiendo que a la juventud le cueste entender lo
que es la muerte y el sufrimiento que conlleva la antesala de la misma.
Entiendo que le cueste entenderlo y que necesite desfogar su energía… pero
mirar, la muerte existe y el sufrimiento también, no solo del que se va, sino
del que se queda… No sois invencibles, pensarlo, como debéis pensar que vuestra
aparente inmunidad puede ser la fuente
de desgracia de otros… y si no os llegan vuestras entendederas a comprender la
situación, pues nada, ya llegareis a viejos y veréis las cosas de otra manera…
No se acaba el Mundo por unos meses de paciencia, consideración y respeto a los
vulnerables, y a todos aquellos que luchan por ayudarles.
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