Que exquisita timidez
se percibe Isabel
en tu suave voz
llena de dulzura y de miel.
Estás plena de candor
y presiento cuan fiel
puede ser tu alegría
si sabes encauzar
esa… melancolía.
Escucho en silencio
tu voz dorada.
Me embriago de susurros
en noches perfumadas,
y disfruto con alivio
de esa voz, tan calmada.
No quiero que te hieran
las oscuras sensaciones
ni que los ruidos rompan
tus tonos de colores.
Quiero que viva esa voz
tan henchida de sabores.
Y si algún día se hace altiva,
si es más segura y curtida,
que no pierda, Isabel,
esa dulzura... tan emotiva.
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