Llegó el Carnaval a mi pueblo, representado aquí por el Sr.
“Carnestoltes”… Pero quizás sería necesario recordar, que el Carnaval es una
fiesta muy antigua, que incluso la podríamos remontar a tiempo de los sumerios,
5000 años atrás, y que la civilización romana popularizó a través de sus
“Saturnales”, (festival a su Dios Saturno). Posteriormente, y como no iba a ser
de otra manera, el Cristianismo y nunca mejor dicho, arrimó el ascua a su
sardina y se aprovechó de dichas festividades paganas para adaptarlas a su
credo. En la antigüedad, y en cierto modo aún perdura hoy en día, la Iglesia dio permiso al
pueblo para que se desmadrara por tres días, porque tras ello iba a llegar la
penitencia de la Cuaresma ,
(cuarenta días antes de llegar al domingo de resurrección), tiempo donde la
abstinencia de comer carne, llevaba al ayuno y al recogimiento de la oración.
En esos tres días, se permitía llevar una vida licenciosa, de ahí los
disfraces, porque quizás fuera conveniente no ser reconocido… Pues bien, en mi
pueblo no llega eso a tanto, pero sí que pude observar como tras el Sr.
“Carnestoltes” una cohorte de seguidores de la guerra de las galaxias, duendes,
pistoleros, insectos etc. le seguía en un cierto número. Me tengo por buen observador,
llevo tiempo aquí… y era fácil apreciar que no estábamos todos, la energía
desplegada no era uniforme, porque todavía existe en mi pueblo una cierta
dicotomía que produce una brecha pendiente de subsanar. Me tomé la molestia de
preguntarle al Sr. “Carnestoltes” si él tenía la formula de la integración, y
el me contestó que no era cosa suya… y me quedé sin respuesta. Mientras tanto,
disfrutemos del Carnaval que ya está aquí el miércoles de ceniza que da paso a la Cuaresma.
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