El Mundo ha cambiado,
mejor dicho, cambia constantemente a marchas forzadas. La sociedad ya no es lo
que era, nosotros no somos lo que fuimos y los cambios son frenéticos… pero,
¿hacia donde vamos?
Las nuevas tecnologías nos
invaden y con ellas toda una serie de estrategias para comernos la “olla” y con
habilidad sacar rédito de ello. No voy a evadir mi propia responsabilidad,
personalmente nada más falta llevarme el “móvil” a la cama para dormir con él.
WhatsApp, Instagram,
Twitter, youtube, Google, Messenger…y los que me dejo “Uff”. Todos estos son, se supone, sistemas de
comunicación que se traducen en dos términos de sensibilización: lo profundo y
lo superfluo.
Lo profundo tiene poco éxito en estos sistemas. Pongo un
ejemplo: Cualquier tema tratado con profundidad, ósea con conocimiento,
observación, delicadeza, tiene escasos seguidores. En cambio, cualquier
“chorrada”, con todos mis respetos a las chorradas y ya se me entiende, puede
tener miles y miles de seguidores. Es la diferencia entre lo profundo y la
“cascarilla” de lo superfluo.
Claro que… lo profundo puede impactar y dejar una huella muchas
veces silenciosa, y lo superfluo como “cascarilla” que es, se desvanece entre
la multitud. Y mi gran duda es: ¿Será acaso nuestra sociedad un fruto de lo
superfluo, o no?
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