Brillan las aguas de la riera,
al pairo de un sol creciente.
Es invierno, hace calor.
Los insectos, despistados, despiertan
porque de las flores perciben su olor.
Dicen que son días preciosos,
en los que no apetece estar ocioso.
Mas no pretendo ser agorero,
es acaso normal que el oso,
despierte temprano de su madriguera,
o que en la Antártida, el pingüino pase calor.
Si, se está bien al sol,
apetece disfrutar en do bemol.
Mas no está de más pensar
que algo falla en la escala,
de un planeta que se asusta
del mal trato que recibe,
y que responde brutal
cuando pierde la armonía.
Y cuando uno se pregunta,
¿Que hacer?, si esta roto el equilibrio,
uno voz inquietante te responde:
¿nada?
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