Llevar el propio movimiento en
equilibrio ya es difícil. Compaginarlo con el entorno resulta complicado… y
coordinarlo con el movimiento del Mundo, imposible.
Si adoptamos una personalidad
crispada, rígida y tensa, Si persistimos en estas actitudes, basta que con que
recibamos un golpe para quedar hecho añicos.
Por el contrario, una actitud
flácida, excesivamente relajada, nos haría bajar la guardia y al recibir un
golpe no tendríamos defensa alguna.
En equilibrio, es cuando resulta más
fácil detectar las envidias y las desconsideraciones. Ese mismo equilibrio, nos
hará ver que esos ataques no son más que el reflejo de ciertas incapacidades.
Y por último, si ejerciendo un optimo
equilibrio nos llegara la consideración mundana… cuidado porque tanto calor
podría hacernos arder en el egocentrismo.
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