Me sucedió ahora hace un poco más de treinta
años… Disponía entonces de una espléndida juventud, llena de ímpetu y descaro.
Me encontraba de pleno en una investigación, que luego acabó en un libro, sobre
el efecto de las rayas en la palma de las manos. Pretendía que no fuera un
simple tratado de quiromancia, sino una investigación seria sobre esas arrugas
que surgen a través de determinados movimientos de la mano. El planteamiento
empezaba con simpleza, una persona nerviosa va a tener muchas líneas en sus
palmas, mientras que una de tendencia apática tendría menos… A la vez que tenía
lógica que la línea de la vitalidad partiera del movimiento del dedo más
imprescindible como es el pulgar, etc.
Ocurrió que en un congreso de parapsicología,
por entonces habituales, quedé prendado de las explicaciones de un eminente
neurólogo…Me faltó tiempo para contactar con él. Le expliqué lo que estaba
investigando, y que consideraba que tenía un enorme sentido que el movimiento
de las manos partiera de la combinación entre una tendencia emocional y otra
vital, y que por supuesto el puente entre las dos tenía que ser a través de la
actividad cerebral… El caso es que capté su interés, hasta el punto que no tuvo
ningún inconveniente en ayudarme, y no solo eso, sino que además me facilitó
compartir alguna experiencia sobre la actividad cerebral.
Un día me llamó para que le acompañara al
hospital donde el trabajaba…tenía que realizar una experiencia de madrugada y
le pareció que sería interesante que yo estuviera presente. A esa hora reinaba
la calma, me ofreció una bata de médico
y por uno de los pasillos, llegamos hasta un cuarto donde había una
persona tendida sobre una litera. El neurólogo me explicó que esa persona
estaba en coma y rondando, si no lo estaba ya, la muerte clínica…llevaba
bastantes electrodos conectados a su cráneo para realizar el pertinente
electroencefalograma. En la pantalla, unas líneas indicaban su prácticamente
nula actividad cerebral. El paciente, estaba conectado además a un respirador
artificial… Estuvimos bastante rato allí, mientras me explicaba la razón del
porqué los electrodos estaba conectados sobre una determinada área del cerebro,
y de la importancia que tenía medir la actividad cerebral, antes de dar por
muerta a una persona… esto nos dio pie a filosofar sobre la vida, la muerte y
de lo lejos que estábamos de entender científicamente si además de un cerebro y
un cuerpo, existía además un alma en todo ser humano. En un momento
determinado, el doctor pronunció:
—“Quien
sabe si ahora esta persona nos estará escuchando”—
Al cabo de quizás un par de horas salimos de la sala, sin más.
Cual fue mi sorpresa, cuando al atardecer
del día siguiente, el doctor me llamó para que fuera al hospital…Se había
producido un “milagro”… La persona que la madrugada anterior estaba en coma en
aquella sala, había “misteriosamente” reaccionado hasta el punto de haber recuperado la consciencia. Quiso que la
fuéramos a ver para que yo me percatara de los enigmas que todavía sondean al
cerebro humano, y de cómo pueden ocurrir estas cosas sin que se pueda tener una
explicación convincente… Pero la extraña experiencia, se multiplicó por mil,
cuando el doctor, estando yo presente, tomó la mano del paciente y le preguntó
como se encontraba… El paciente indicó:
— “Creo doctor que he salido de esta... y sí, les estaba escuchando perfectamente... y no solo les escuchaba sino que les vi al pie de mi cama hablando sobre la vida y la muerte"
Sentí un
tremendo estremecimiento y noté como el vello de toda mi piel se erizaba… Nos
despedimos del paciente, y ya en el pasillo pregunté al doctor:
— ¿Como es posible, si estaba inconsciente, conectado y en coma?
El
doctor me contestó…
—“No te
lo sabría bien explicar, pero yo ya estoy acostumbrado a estas
cosas”.
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