EL OLIMPO
Estando en mi
banco descansando, cierta mañana ocurrió lo siguiente: Una muchacha jadeando se
sentó a mi lado a la vez que me dirigía una mirada tan simpática como alterada.
Algo le animó a excusarse, lo cual resultó pues muy agradable para mí
—
Siento que esté tan sudorosa, pero tenía que parar
—
No te preocupes muchacha, tu sudor sabe a primavera.
—
Caray… eso suena a un piropo
—
Tómalo como quieras… es lo que entiendo como más
apropiado decir.
—
Gracias de todos modos por la consideración.
—
Se diría que eres atleta… ¿del centro de alto
rendimiento?
—
Así es…necesitaba hacer un poco de running, después de
un duro entrenamiento en las pistas.
—
Footing, antes le decíamos así al trotar suave para
relajarse.
—
Ya… esa palabra me suena de algo…
—
Por cierto… no quisiera importunarte, te he observado
no solo por la buena planta que tienes, y creo que deberías corregir algo tu
estilo.
—
Haber… ¿que me está usted diciendo?
—
Sí… te encorvas algo al trotar, no acabas de llevar los pies paralelos y balanceas los brazos un
tanto abiertos… además pisas demasiado plano.
—
Ostras tío… es justo lo que me recalca una y otra vez
mi entrenador…y perdón por lo de tío.
—
No te preocupes, eso me rejuvenece.
—
Y digo yo… ¿como sabe usted todo eso?
—
No solo es observación…es que mis piernas han estado en
el Olimpo.
—
¿En el Olimpo?...que imaginación que tiene usted.
Bueno, tengo que seguir… por cierto, me llamo Olga, Olga Claver.
—
Hermenegildo Galarreta, pero puedes llamarme “Hermes”,
para abreviar.
Al día
siguiente, volvió a pasar Olga trotando y se detuvo un instante a mi lado sin
dejar de moverse…
—
Por cierto Hermes… ¿Cuántos años tienes?
—
Noventa y dos
—
He estado pensando… ¿y no habrá sido por casualidad
atleta en su juventud?
—
Así es…
—
Ya me parecía a mí… ¿Qué especialidad?
—
Medio fondista.
—
¿Ah sí?... ¿y de los buenos supongo?
—
Bueno… no lo hacía mal.
—
Por cierto… ¿porqué dijiste que tus piernas habían
estado en el Olimpo?... es que soy muy curiosa sabes.
—
Mis piernas no mienten Olga…
Y la muchacha siguió
trotando hasta perderse de vista… pero como son las cosas y la curiosidad
juvenil. Algo debió intrigar a Olga porqué cada mañana que pasaba junto a mi
banco, se detenía unos instantes sin dejar de moverse para seguir diría que
“dulcemente” acosándome con sus preguntas. El interrogatorio duraba apenas unos
breves minutos, los suficientes para despertar en nuestros rostros unas
sonrisas.
—
Hermes… ¿Qué marcas tenías?
—
Bajaba de cuatro minutos con holgura en mil quinientos
muchacha
—
Ostras, eso es mucho decir… y en aquellos tiempos.
—
Sí en aquellas pistas de tierra y no como ahora que
voláis en las sintéticas.
—
Ya…
—
Sí, y con zapatillas trogloditas y clavos largos, nada
que ver con las marcas y formas de ahora que por supuesto entonces no existían.
—
Mérito, mucho mérito… bueno sigo, hasta mañana Hermes.
Y ocurrió una de
esas mañanas, que Olga esta vez, se sentó a mí lado se diría que con toda la
intención del Mundo, para decirme lo siguiente:
—
Hermes… ahora lo entiendo todo, pero me lo podías haber
aclarado antes.
—
Aclarado… aclarado ¿el qué?
—
Ostras tío… perdón por lo de tío… año 1948. Olimpiada
de Londres, semifinales de 1.500, Hermenegildo Galarreta, tres minutos,
cincuenta y cuatro segundos en una carrera táctica, quedaste en quinto lugar,
lástima que no pasaste a la final… que pasada tío.
—
Ya, ya… te has olvidado de decirme otra vez: “y perdona
por lo de tío”
—
Sí, si eso…Dime, dime que no estoy equivocada.
—
No, creo que no…
—
Y campeón de España varias veces… y tu tan callado.
—
Es el pasado Olga… eso ya no vuelve. Y por cierto, como lo has averiguado.
—
Internet tío, Internet…
—
Ya, las tecnologías, buenas para lo bueno y malas para
lo malo…
—
Lo que tú digas…Será el pasado, pero ahí queda eso, ahí
queda… que pasada tío, que pasada…Por cierto en esa fecha eras muy joven. ¿no
participaste en ninguna olimpiada más?
—
Pues no… en las siguientes de Helsinki estaba lesionado,
y cuatro años más tarde en Melbourne no pude ir porque España no participó.
—
¿Y eso?
—
Eso es Historia Olga…No se participó por hacer boicot
debido a la invasión soviética de Hungría.
—
Que fuerte… Bueno,
yo sigo, hasta mañana tío…y perdona por lo de tío…je,je.
Será lo que
será, pero será… a veces el pasado se acerca a nuestro lado sorpresivamente en forma de reconocimiento y claro, el tener justo
al lado del parque un centro de alto
rendimiento plagado de atletas tiene esas cosas. A través de Olga, el
descubrimiento se extendió como un reguero de pólvora. Desde entonces, casi
todos los atletas que pasaban trotando junto al banco o bien aficionados al
running, solían levantar el dedo pulgar, incluso algunos acompañaban ese gesto
con alguna expresión del tipo: ¡Campeón!...¡Máquina!...¡Ehi, colega!…etc., que
cosas.
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