Cuando yo era un adolescente, alguien
me dijo: “Chaval, si sigues así de transparente, vas a recibir muchas
hostias en esta vida”. Reconozco que esa frase me dejó tocado, cierto que
solía pecar de ingenuo, cierto que mucha gente se aprovechaba de mi buena fe,
pero de ahí a recibir “hostias” en la vida. Por fortuna puedo decir que en
aquella época siempre que tenía dudas, solía recurrir a la sabiduría de mi
abuelo, de él era fácil recibir consejos en forma de metáforas que normalmente
me solían funcionar.
Es
un asunto un tanto complicado - me dijo- imagínate que llevas unas gafas cuyos vidrios están tan sucios que ya
no tienen un ápice de transparencia…los demás no podrán ver tus ojos, pero tus
ojos tampoco podrán ver a los demás.
Siempre que mi abuelo me soltaba una
de las suyas, me quedaba bastantes segundos en babia hasta que no había otro
remedio que inquirir y esperar la respuesta:
“Verás,
la transparencia siempre es algo positivo, no tienes porque ocultar tu
personalidad. Todos deberíamos llevar las gafas limpias, todos, tanto en los
asuntos públicos como en los personales, así no habría nada que ocultar, ¿lo
entiendes? “
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