Pasa el tiempo, desgranando años,
asustan las arrugas del tiempo vencido.
Más pensando en el regio árbol
de tronco recio y sólidas raíces,
a tu vera me arraigo, buscando abrigo.
Es ese calor que de tu amor recibo
quien convierte mi ademán en una sonrisa,
tan plácida, serena como concisa.
Bendigo los frutos de tu entereza
que recojo cada día con presteza.
Y con
todo mí ánimo renovado,
solo deseo cuidar mimar y atender,
a ese árbol del que estoy, enamorado.
Mas si un día mi memoria fallara,
solo haría falta nutrirme de su fruto
para entender lo mucho, que te amo.
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