viernes, 27 de septiembre de 2019

Cuento: "Ambrosio y la máquina del tiempo"


   Cierto día, y tras muchos años de trabajo y múltiples intentos, por fin consiguió Ambrosio su gran propósito, ultimar la máquina del tiempo. Primero hizo las pertinentes pruebas con un ratón, y el ratón desapareció de su vista tan pronto accionó los controles. Dio por supuesto que el roedor ahora se encontraría en cualquier rincón de la ciudad pero cien años atrás, tal como había dispuesto.
   Estaba decidido ha realizar el viaje él mismo con retorno incluido. El ratón era imposible que volviera porque no disponía de conocimientos para hacerlo, pero él si. La máquina estaba preparada para viajar, tanto al pasado como al futuro, y tan solo accionando un dispositivo podría regresar al punto de partida.

   Se sentó en la máquina, accionó los controles y ésta empezó a girar. Previamente se había marcado un objetivo, decidió visitar el pasado. Pronto se sintió como si estuviera en una burbuja viajando por el tiempo espacio. Se dispuso a parar cien años atrás, en su lugar de origen, con la decisión de encontrar a su ratón…pero algo estaba fallando.

   Ambrosio observó con asombro, como el tiempo se había detenido, nada estaba en movimiento. Sin embargo, el si que podía moverse con extraordinaria ligereza dentro de su burbuja. El tiempo era el actual, y para nada había conseguido viajar cien años atrás. Las mismas calles, las mismas películas en los carteles anunciadores de los cines, los mismos coches, las mismas noticias, las mismas gentes, su propia ciudad en tiempo real…pero todo inmóvil como si fuera una exposición en un museo de cera.

   Tras visitar la ciudad, ya nada atractiva para él por conocerla muy bien, decidió buscar nuevas emociones ya que podía desplazarse dentro de su burbuja, prácticamente con la velocidad del pensamiento. Optó por trasladarse a otro continente, pero antes debía de atravesar un océano. Cierto que podía hacerlo de forma acelerada, pero en un momento determinado decidió ralentizar el “viaje” para contemplar la magnitud del mar abierto. Y fue entonces cuando descubrió por casualidad una escena que le dejó boquiabierto. En el espacio de apenas una milla náutica, dos acontecimientos habían quedado paralizados en el tiempo: Por una parte, un avión comercial se estaba precipitando al océano con sus motores humeando, solo que estaba detenido a quizás dos centenares de metros de su desgracia; y cerca de esa vertical, un viejo bajel lleno de gente, todo parecía indicar que eran inmigrantes venidos de África, estaba naufragando y decenas de esas personas aparecían esparcidas en el agua unas ahogándose y otras a punto de hacerlo. A cierta distancia de aquel punto del océano, un buque guardacostas ya se estaba acercando para auxiliar a las víctimas del naufragio…La escena detenida era como un cuadro surrealista y el lo observaba desde su burbuja del tiempo.

Empezó a pensar…”Si yo he conseguido hacer funcionar la máquina del tiempo, quizás podría encontrar la solución para que volviera el movimiento, manipular el espacio tiempo y así detener la desgracia que estaba a punto de suceder”… Total que decidió volver a su laboratorio para intentar arreglar el inconveniente. Tan pronto lo consiguió y darse cuenta que podía generar movimiento en todo lo que observaba, se aprestó a viajar al aeropuerto donde justo antes del desastre debía de despegar el avión de marras. Observó como unos técnicos manipulaban los motores, y entendió que fácilmente podía indicarles que tuvieran cuidado porque ahí había un grave problema, lo cual consiguió…Luego se dispuso a ir un poco más atrás en el tiempo, para llegar al puerto donde estaba a punto de partir el destartalado bajel con las víctimas de su destino dentro. Habló con ellos para determinar si fuera posible hacerles recapacitar y que no entraran en ese ataúd marino… pero fue inútil, simplemente porque eran gente desesperada que solo quería partir a una vida mejor, después de haber pasado por todo un calvario antes de llegar a ese puerto.

Había conseguido influir en el destino de todas esas personas. Pero también entendió que si bien podía salvar a la gente del avión, esto no sería posible con muchas de las personas que partirían en aquel barco.

 Ambrosio tenía que comprobarlo y desde su máquina del tiempo se detuvo justo instantes  después de aquella imagen surrealista que observó primero sin movimiento, para visualizar el resultado de su decisión… El mismo avión que estaba apunto de caer, ahora surcaba el espacio con toda normalidad; mientras tanto, el guardacostas llegaba al lugar del naufragio para recoger cadáveres y también supervivientes.


Tras ese acontecimiento, Ambrosio tuvo que superar cierto estado depresivo al entender con claridad que el destino era injusto más con unos que con otros… y la muerte también. Ya no volvió a usar jamás su máquina del tiempo.


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