Cierto día, y tras muchos años de trabajo y
múltiples intentos, por fin consiguió Ambrosio su gran propósito, ultimar la
máquina del tiempo. Primero hizo las pertinentes pruebas con un ratón, y el
ratón desapareció de su vista tan pronto accionó los controles. Dio por
supuesto que el roedor ahora se encontraría en cualquier rincón de la ciudad
pero cien años atrás, tal como había dispuesto.
Estaba decidido ha realizar el viaje él
mismo con retorno incluido. El ratón era imposible que volviera porque no
disponía de conocimientos para hacerlo, pero él si. La máquina estaba preparada
para viajar, tanto al pasado como al futuro, y tan solo accionando un
dispositivo podría regresar al punto de partida.
Se sentó en la máquina, accionó los
controles y ésta empezó a girar. Previamente se había marcado un objetivo,
decidió visitar el pasado. Pronto se sintió como si estuviera en una burbuja
viajando por el tiempo espacio. Se dispuso a parar cien años atrás, en su lugar
de origen, con la decisión de encontrar a su ratón…pero algo estaba fallando.
Ambrosio observó con asombro, como el tiempo
se había detenido, nada estaba en movimiento. Sin embargo, el si que podía
moverse con extraordinaria ligereza dentro de su burbuja. El tiempo era el
actual, y para nada había conseguido viajar cien años atrás. Las mismas calles,
las mismas películas en los carteles anunciadores de los cines, los mismos
coches, las mismas noticias, las mismas gentes, su propia ciudad en tiempo
real…pero todo inmóvil como si fuera una exposición en un museo de cera.
Tras visitar la ciudad, ya nada atractiva
para él por conocerla muy bien, decidió buscar nuevas emociones ya que podía
desplazarse dentro de su burbuja, prácticamente con la velocidad del pensamiento.
Optó por trasladarse a otro continente, pero antes debía de atravesar un
océano. Cierto que podía hacerlo de forma acelerada, pero en un momento
determinado decidió ralentizar el “viaje” para contemplar la magnitud del mar
abierto. Y fue entonces cuando descubrió por casualidad una escena que le dejó
boquiabierto. En el espacio de apenas una milla náutica, dos acontecimientos
habían quedado paralizados en el tiempo: Por una parte, un avión comercial se
estaba precipitando al océano con sus motores humeando, solo que estaba
detenido a quizás dos centenares de metros de su desgracia; y cerca de esa
vertical, un viejo bajel lleno de gente, todo parecía indicar que eran
inmigrantes venidos de África, estaba naufragando y decenas de esas personas aparecían
esparcidas en el agua unas ahogándose y otras a punto de hacerlo. A cierta
distancia de aquel punto del océano, un buque guardacostas ya se estaba
acercando para auxiliar a las víctimas del naufragio…La escena detenida era
como un cuadro surrealista y el lo observaba desde su burbuja del tiempo.
Empezó
a pensar…”Si yo he conseguido hacer funcionar la máquina del tiempo, quizás
podría encontrar la solución para que volviera el movimiento, manipular el
espacio tiempo y así detener la desgracia que estaba a punto de suceder”… Total
que decidió volver a su laboratorio para intentar arreglar el inconveniente.
Tan pronto lo consiguió y darse cuenta que podía generar movimiento en todo lo
que observaba, se aprestó a viajar al aeropuerto donde justo antes del desastre
debía de despegar el avión de marras. Observó como unos técnicos manipulaban
los motores, y entendió que fácilmente podía indicarles que tuvieran cuidado
porque ahí había un grave problema, lo cual consiguió…Luego se dispuso a ir un
poco más atrás en el tiempo, para llegar al puerto donde estaba a punto de
partir el destartalado bajel con las víctimas de su destino dentro. Habló con
ellos para determinar si fuera posible hacerles recapacitar y que no entraran
en ese ataúd marino… pero fue inútil, simplemente porque eran gente desesperada
que solo quería partir a una vida mejor, después de haber pasado por todo un
calvario antes de llegar a ese puerto.
Había
conseguido influir en el destino de todas esas personas. Pero también entendió
que si bien podía salvar a la gente del avión, esto no sería posible con muchas
de las personas que partirían en aquel barco.
Ambrosio tenía que comprobarlo y desde su
máquina del tiempo se detuvo justo instantes
después de aquella imagen surrealista que observó primero sin
movimiento, para visualizar el resultado de su decisión… El mismo avión que
estaba apunto de caer, ahora surcaba el espacio con toda normalidad; mientras
tanto, el guardacostas llegaba al lugar del naufragio para recoger cadáveres y
también supervivientes.
Tras
ese acontecimiento, Ambrosio tuvo que superar cierto estado depresivo al
entender con claridad que el destino era injusto más con unos que con otros… y
la muerte también. Ya no volvió a usar jamás su máquina del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario