martes, 9 de junio de 2020

País de pillastres


   Es que aquí no se escapa nadie, o mejor dicho, ninguna capa social está exenta de pillos. En la moderna sociedad y en combinación con la justicia, o lo que es lo mismo las leyes, se instauró la palabra “presunto”… vamos que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

   De acuerdo a la ley y ateniéndose a las circunstancias, podríamos decir por ejemplo, que el rey emérito es un presunto pillo. Cantidad interesante de políticos, empresarios “hincando el diente” o ejerciendo  mordidas presupuestarias de dinero público son también presuntos pillos. Por no hablar de las grandes empresas que fiscalizan en paraísos y aunque amparándose en legalidades ambiguas, pues no dejan de ser unos presuntos pillos. O también los bancos con sus triquiñuelas también disfrazadas de legalidad, no dejan de ser presuntos pillos. Infinidad de autónomos privilegiados, omito a los que no lo son, cobran en negro y declaran lo que les parece y claro también son, presuntos pillos. Y para acabar, en una escala social digamos que más baja, los pillos de siempre negociando con lo ilícito.


Entonces, ¿Quién sostiene el País económicamente?, pues los asalariados no falla, conjuntamente con la pequeña y mediana empresa, a quienes les resulta difícil librarse de la fiscalidad y cumplen a rajatabla. El problema lo tenemos en las líneas de más arriba, presuntamente claro.


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