bajo el porche,
junto al arroyo,
con los ojos
tristes,
con las rosas
mustias de su entorno.
La primavera, y
sus colores,
llena de
fragancias, quiere animar…
pero Dolores cose
sin mirar.
Y las rosas viven,
y el dolor corroe
y la sabia empuja.
Pero la herida
abierta,
desgasta el brillo
de los ojos,
de las flores.
Y el arroyo mana,
y el aroma surge,
y Dolores cose.
Su perro ladra,
avisa.
El dolor persiste
y la herida duele.
Dolores cose.
Y de repente… la
mirada
sigue a su barbilla
y llega al
horizonte.
Los pájaros
cantan,
hasta de noche,
cuando la herida,
más duele.
Pero sus ojos, ya
han percibido,
lo que la
primavera quiere.
Y Dolores cose,
cierra su herida,
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