Cuenta la leyenda, lo que cierto día ocurrió mientras los Reyes Magos se
acercaban a la civilización en pos de realizar sus menesteres… En un puerto de
montaña, se encontraron con un pastor que recién acababa de guardar sus ovejas
en el establo. Fue el Rey Gaspar quien habló con el buen hombre:
—
No tenemos en la lista ninguna petición tuya, y sin
embargo algo nos ha hecho pasar por aquí…
¿Algo? — Dijo el pastor— ¿a que os
referís majestad?
—
Bueno…es algo así como un fuerte pensamiento lo que
nos hizo desviar de la ruta y llegar hasta este lugar.
—
No es de extrañar que fueran mis pensamientos, Rey
Gaspar.
—
Bien… nuestros poderes no llegan a tanto buen
pastor… es por eso que necesitamos nos escriban cartas.
—
Ya… ¿y acaso os llegan todas?
—
Todas las que nos escriben sí…
—
¿Y que ocurre con los que no pueden escribir y
necesitan tanto o más que aquellos que muestran sus peticiones sobre un papel?
Los tres Reyes Magos quedaron algo pensativos… intuían lo que el buen
pastor pretendía hacerles ver…Tras unos segundos fue Baltasar quien respondió:
—
De muy lejos venimos…y mucho es el trabajo que
tenemos, lo cual nos obliga a delegar en gran cantidad de voluntarios nuestro
trabajo… si tuviéramos que ocuparnos de todos aquellos que necesitan algo, pero
no pueden, no saben o no quieren escribir, sería imposible nuestra labor.
—
Pero sois Reyes y además Magos, deberíais
contemplar este problema.
Se produjo otro lapso de tiempo donde los tres Reyes Magos, algo
dubitativos se miraron entre sí para encontrar respuestas, a lo que a buen
seguro se les venía encima. Fue esta vez Melchor quien intervino:
—
Buen Pastor…deberías ayudarnos a traducir tus
pensamientos…aprovecha que hemos llegado hasta aquí, y pídenos lo que deseas:
—
Me temo que es imposible de realizar, ni siquiera
para unos Magos, que además son Reyes…
—
¿Podrías ser más explícito?
—
De acuerdo…lo diré. Infinidad de juguetes se
reparten por todo el Mundo, pero estos no llegan a todo el Mundo. La mayoría de
esos juguetes acaban olvidados al poco tiempo, y mientras tanto millones de
personas en la Tierra y entre ellos infinidad de niños… son pobres, pasan
hambre, sed, frío, enferman y mueren cada día, ¿es eso justo? Acaso sus
majestades no podrían ayudar a paliar este problema.
—
Buen Pastor… ese problema no nos corresponde.
—
Claro… pero sepan ustedes sus majestades, que mi
trabajo lleva implícita la soledad, tengo mucho tiempo para meditar mientras
cuido a mis ovejas… Se que si digo esto allá abajo, a donde se dirigen ustedes,
me llamarán demagogo… pero eso no puede ocultar la realidad de un Mundo que se
va descomponiendo poco a poco por culta de los errores humanos.
—
No está en nuestras manos paliar este grave
problema, buen pastor…
—
¿Entienden pues la razón por la que no les he
escrito…?
—
Claro, claro que lo entendemos…ahora sí que lo
entendemos.
—
Acaso… sus majestades no tienen otra cosa que
decirme.
—
No… Venimos de un Mundo de ilusión a repartir
ilusiones, ese es nuestro trabajo y no otro.
—
Ya… un Mundo de ilusiones… pero sepan ustedes que
la realidad es otra.
Y los Reyes Magos siguieron su camino, y el buen pastor siguió en su
sitio cuidando de sus ovejas…y la vida continuó su curso.