Cuenta la leyenda que cierto día aconteció lo siguiente: Un ser
transcendió los límites del conocimiento básico humano y pudo de esta manera
atravesar la linde que daba comienzo al camino de la sabiduría. Ante sí se
encontró con una basta extensión sin límites en el horizonte, lo cual le creó
una gran zozobra. Se vio por lo tanto obligado a solicitar ayuda.
Otro ser algo curtido en la sabiduría
por haber recorrido algún trecho del camino se ofreció a ayudarle.
— ¿Y bien?
—
Aquí me
encuentro señor, sin saber por donde ir ni como comenzar…
—
Puedes tratarme de igual a igual, intento ser
tu compañero de viaje, por lo menos al iniciar el camino.
—
Es de
agradecer, creo que lo necesito.
—
Veo que te
has atrevido a atravesar la linde…
—
Era
menester hacerlo.
—
¿Y eso?
—
Creo
conocer la naturaleza humana, en gran parte.
—
Puedes
extenderte algo más, es preciso…
—
Lo
haré…Entiendo que lo importante es el ser por encima del instrumento que significa
el cuerpo. He evolucionado a través de múltiples vidas, como hombre y como
mujer…atravesé el caos que representa convivir y servir a los grandes defectos
humanos: la envidia, la depravación, la violencia, el odio, la hipocresía, la
mentira, el fanatismo, el egoísmo, la cobardía, la intolerancia, la avaricia,
la soberbia, la vanidad… por lo tanto no puedo alegar ignorancia. Me he
arrepentido de los errores por haberlos reconocido y no puedo vanagloriarme de
mis virtudes por lo mucho que me ha costado conseguirlas.
—
Por lo
tanto…
—
Debo
seguir el camino… y no se como hacerlo
—
Debes
saber… que ahora llega lo más duro.
—
Más duro
todavía que toda la experiencia atravesada.
—
Más…
—
No acabo
de entenderte…
—
Debes
volver atrás.
—
¿Por
qué?... yo ya he pasado por todo eso.
—
Tuya es la decisión… pero para entrar en el
terreno de la sabiduría, necesitas más bagaje.
—
No logro
entenderte.
—
Verás…si
no pones a prueba tu conocimiento, allá de donde vienes, te va a ser
insostenible ni siquiera dar un paso tras la linde que marca el camino de la
sabiduría.
—
Entonces…
¿debo retroceder?
—
Sí.
—
¿Y podré
volver?
—
Por
supuesto…
—
¿Y puedo
entender siquiera como es el camino de la sabiduría?
—
No, porque
este es infinito… cuanto más sabes más se ensancha el camino, es como adentrarse
en el ángulo de una gran uve. Es desesperante la sabiduría, se necesita una
gran humildad, cuanto más crees saber más pequeño eres... si no estás preparado
para entenderlo, sucumbes.
Y el ser que pretendía ser sabio,
ante la magnitud de lo que se le venía encima, tuvo que retroceder sus pasos y
volver para poner a prueba sus virtudes entre los seres humanos. Entendió que
solo así conseguiría el bagaje necesario para empezar a caminar por la senda de
la sabiduría.
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