martes, 23 de enero de 2018

CUENTO: "Bella"

   Cuenta la leyenda… que en un lejano reino, existían dos doncellas muy peculiares. Una de ellas era esbelta, radiante, de un físico agraciado por lo escultural, elegante y de enorme atractivo para las miradas ajenas… La otra mujer era algo deforme, su físico era antiestético y su sola presencia provocaba que fuera repelida por las gentes. Podría decirse que en función de su apariencia, una de ellas era feliz y la otra todo lo contrario, más está afirmación resultaba no ser del todo cierta; en realidad, ninguna de las dos era feliz.
Tal es así, que cierto día ambas se encontraron, quizás no por casualidad, en un recóndito lugar de un bosque cercano, justo donde habitaba una misteriosa hechicera.
La enigmática mujer que en ese bosque existía, captó de inmediato el problema y quiso tratar a ambas doncellas al unísono.

     Sé cual es vuestro problema…la soledad que provoca cierta infelicidad. ¿estoy en lo cierto?

   Las dos mujeres respondieron a la vez confirmando esa apreciación, la hechicera no se equivocaba… y les preguntó:

     ¿Cuál es la razón de vuestra soledad e infelicidad?

“Porque soy preciosa” —dijo una—, “porque soy horrible” — dijo la otra—

La curandera solicitó a ambas que se extendieran en sus razones…
La más agraciada por su físico expuso: “Todos me miran, todos se acercan, todos quieren… mi cuerpo, pero nadie entiende quien soy”. La otra doncella expuso: “Me rehúyen, me rechazan, me anulan… por mi cuerpo, pero nadie entiende quien soy”.

La hechicera les propuso algo que estaba en su mano conseguir… que sus respectivas personalidades intercambiaran el cuerpo y volvieran al entrar la luna llena.

Llegado el momento, y tal como estaba pactado, ambas doncellas volvieron al recóndito lugar en el bosque donde habitaba la hechicera, al recibirlas pronunció:

     Y bien… ¿ha cambiado algo en vuestras vidas?

“Todos me miran, todos se acercan, todos quieren…mi cuerpo, pero nadie entiende quien soy”, dijo una de ellas. “Todos me rehúyen, me rechazan, me anulan… por mi cuerpo, pero nadie entiende quien soy”, dijo la otra.

Mas entonces queda demostrado que vuestra infelicidad, la soledad interior que os embarga no es culpa de vuestros respectivos cuerpos.

Por lo tanto… ¿que hemos de hacer? —dijeron ambas—


Entender que la verdadera belleza, aquella que da la felicidad y destierra la soledad, no se encuentra en la complexión de vuestras figuras.


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