Húmedos labios que se prestan
suavemente, a rozarse con embeleso.
El corazón palpita acelerado,
y del estómago surge,
el aleteo de cien mariposas.
Los pies se asientan
en una extraña nube,
y el cuerpo flota ingrávido
a merced de los sentidos.
No hablan, no escuchan,
nada existe en su entorno.
Evitan el gesto del abrazo,
y cierran los ojos…
ni siquiera respiran,
para que solo exista
la razón, de ese, el primer beso.
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