Veo nacer a mi hogar
entre tinieblas de espanto.
Acaricio la esperanza,
sin tenerla que rogar,
de un futuro con confianza.
Es tanto lo que queda por andar,
es tan incierto el porvenir.
Pero mi hogar está ahí.
si, ahí, entre la brisa,
entre el frescor de la noche,
entre el trabajo sin prisa,
entre monte y piedra rugosa,
entre casas serenas.
Los faroles tostados alumbran,
las calles desiertas respiran.
Pero todos, ya se han ido…
sólo queda el pueblo bendito,
solo queda el aire amansado,
solo queda… el silencio,
silencio que no acaricio,
porque yo… también me he ido.
Mas un día volveré…
Volveré sin mostrar cansancio,
volveré junto a la vida,
y desde
ahí, defenderé la libertad.
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