...Observar nos permite tener latente la capacidad de
asombro, nunca es tarde para fascinarse por algo… Por obra de la órbita elíptica de la luna,
ayer en nuestra latitud pude disfrutar del perigeo, la fase en que el satélite
está más cerca y brillante que nunca. Esto me hace recordar, que cuando yo era
niño, mirando la luna y las estrellas en la atmósfera limpia de un pueblo
cercano al Pirineo donde veraneaba, me preguntaba quien podía sostener todo
aquello, y me maravillaba al observar que nada caía, no lo acababa de entender,
yo me sentía seguro en una plataforma llamada Tierra donde pensaba que no se
movía, así que pregunté a los adultos…me dijeron que Dios, era Dios quien
obraba semejante milagro. Pero yo entendía a Dios, así me lo habían enseñado,
como un ser todopoderoso, con una excelsa barba al que debías pedir perdón por
tus pecados y ayuda si era necesaria… mi razonamiento interno y secreto era de
no creérmelo, no, no es posible me decía, ese ser no puede tener tanta fuerza
como para sostener por si solo a la luna y las estrellas.
Hoy en día
conozco algo más, pero sigo rodeado de misterios, entiendo a la Tierra como mi hogar en el
espacio cósmico y con una linda vecina a la que llaman luna…pero son muchos los
que comparten este hogar y que no lo ven así…que lástima. Claro que todo es
cuestión de visiones, hace unos días por casualidad leí una entrevista que le
hicieron hace tiempo a Scott Kelly, astronauta de la Estación Espacial
Internacional, le preguntaron: ¿Cómo se ve a la Tierra desde allá arriba?,
él contestó: Desde aquí arriba, se ve a la Tierra como algo muy
frágil, casi desolada en el inmenso espacio cósmico, es algo que
irremediablemente tenemos que cuidar… y me digo: que demonios hacemos
nosotros aquí abajo, como niños malcriados estropeándolo todo...
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