El
último día de vacaciones sucedió que se me abrieron lo ojos más que nunca, tras
observar y quedar deslumbrado por aquello que siempre estuve esperando. No
tardaron nada los demás sentidos en despertar hasta quedar yo inundado de
sensaciones diría que sublimes. Nunca me había palpitado el corazón así. Me
encontraba tan bien, tan a gusto con aquella charla, con aquella sonrisa, con
la delicada emoción que produce el roce…hasta, que llegó la hora de entender lo
que es la distancia entre Barcelona y Wellington.
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