Cierto
día, estando yo hablando con una persona conocida, salió a relucir un tema que
ya resulta convencional, si por convencional se entiende que se habla mucho y
se hace poco. Me refiero al “cambio climático”. Me decía: “Nada que hacer, los
seres humanos tenemos una particularidad, conocemos al detalle las
consecuencias de nuestras malas actuaciones, sin embargo, conociéndolas no
actuamos al instante, y esperamos a que ya no haya remedio para hacerlo” Le dí
la razón, pero quise ser un tanto sarcástico al contestarle: “ Para que
preocuparse si a nosotros no nos tocará, son los jóvenes los que deberían
movilizarse porque son ellos los que sufrirán las consecuencias del no remedio”
Mi amigo sacó a relucir un detalle que podría resultar preocupante:
“Lamentablemente amigo, la juventud no se entera o no se quiere enterar, y en
consecuencia no está por la labor de preocuparse por aquello en lo que seguro
van a verse involucrados. Y fue justo entonces cuando recordamos algo que
habíamos oído en los noticiarios, traducido: “Viernes para el futuro”. Entonces
nos dimos cuenta de que un sector de la juventud si que se moviliza al
respecto, existe una campaña internacional en la que la juventud muestra su
preocupación por el cambio climático… y es entonces cuando ambos pensamos: “Si,
es cierto, nosotros somos los culpables, les estamos jodiendo el futuro…
deberíamos hacer algo más por ellos.
La joven sueca Greta Thunberg movió ficha el
pasado verano echándole un rapapolvo a
los políticos por no tomar
medidas efectivas ya para hacer frente al cambio climático. A su llamada
se han ido sumando miles de estudiantes de países europeos que, bajo el lema ‘Fridays for Future’, convocan paros simbólicos los viernes para reclamar
mayor conciencia verde. Y han marcado
en el calendario una fecha para subrayar esta protesta medioambiental global:
El viernes 15 de marzo. Comienza la cuenta atrás para esta ‘huelga climática escolar’: la ‘cumbre
alternativa’ de un movimiento ilusionante que merece
atención.
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