Conozco el aire, de brisa
suave y aromática
y a su hermano el viento,
que puede ser violento y desatado,
y no por eso… deja de ser
amado.
Se que el agua puede circular con calma
aunque en ocasiones
irrumpe llena de furia
y aun así, no necesita ser
perdonada
por ningún miembro de la
curia.
El fuego, que amable me calienta
en la lumbre de mi casa,
y que a todo el mundo
alienta,
también provoca espanto y
abrasa.
La tierra puede ser vana y estéril.
pero si llega a ser abonada,
un vergel
y es claro que sin ella,
nunca sucedería el edén.
En suma, la naturaleza me recuerda
a como somos los humanos,
imprevisibles,
desconcertantes, contradictorios
como los elementos
cercanos.
Siempre sujetos en su conjunto
a la constante evolución,
dentro de un Planeta
herido, pero vivo
y en donde nunca falta, la
emoción.
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