Centre
Cívic de La Sedeta ,
Barcelona Mediados de Marzo, 2016 —
21,45 horas.
...Estoy muy
alterado por lo que acabo de ver y oír… durante la charla estuve a punto de
saltar más de una vez de mi asiento para interrumpirle, aunque supe controlar
mis impulsos. Pero cuando llegó el coloquio, mi estado de nervios era tal que
no pude continuar allí y tuve que salir al exterior para tomar aire, había
escuchado lo suficiente, nada más tenía ya sentido… era preciso que hablara con
el periodista francés y le explicara con la debida calma, si la conseguía
encontrar, toda la información que obraba en mi poder… y no solo eso, sino que
también ardía en deseos de enseñarle desde la galería de mi móvil, la misma
foto de Robert Capa donde aparecían los siete milicianos y que el mostró en la
pantalla de la sala durante su exposición verbal.
Volví a
entrar en el local y esperé a que acabara el coloquio… luego tuve que aguantar
como un pasmarote a que toda la serie de acostumbrados aduladores o agradecidos
acabaran de hablar con él. Fueron minutos largos de contemplar la escena como
si yo fuera un espía o un escolta antes de poder abordar a Jean Philippe con
las suficientes garantías de que mis palabras fueran recogidas con eficiencia…
— Sr.
Charrón…siento molestarle… pero tengo que hablar con usted, es importante.
— Verá señor…
tiene que perdonarme estoy algo cansado…le doy mi tarjeta, póngase en contacto
conmigo otro día, por favor…
— Entiendo,
créame que lo entiendo…pero lo que le tengo que decir tiene que ver con su
exposición de algunos hechos… creo, creo que está usted equivocado…y no lo
culpo por ello… es imposible que lo supiera.
El francés
me miró extrañado, la expresión de su mirada bien diría que revelaba estar
escuchando a un loco… la verdad es que yo estaba nervioso y algo atolondrado,
así que intente serenarme respirando hondo… esos segundos de calma, me dieron
la suficiente tranquilidad para echar mano de mi móvil y tratar de recoger la
aplicación en donde figuraban una serie de tomas, allí entre otras fotos, estaba la imagen que capté
de la revista que Paco me enseñó en su día y donde aparecían los mismos siete milicianos… Jean Philippe en un gesto que le honra tuvo la paciencia de esperar
a que yo acabara mi maniobra...
— Aquí está…
mírela… es la misma foto donde aparece su tío y que usted mostró…
Ahora sí que
la cara del francés era de alucine… debió pensar que no se había equivocado en
su percepción y que yo estaba algo
chalado… así que hizo un claro además de retirarse…
— OH sí es una
foto interesante…ya expliqué de donde provenía y lo que representó para
nosotros… gracias… pero tengo que irme me están esperando…
Normal que en
mi estado de excitación las palabras surgieran de mi garganta en un tono nada
favorecedor para que estas tuvieran credibilidad, pero insistí.
— Creo que no
me ha entendido… o no he sabido expresarme con claridad, se trata de los dos
milicianos jóvenes que aparecen en la foto, yo conozco… conocí a uno de ellos…
Ahora sí que
la expresión del rostro de Jean Philippe cambió por completo… se diría que se
olvidó de golpe del cansancio…
— ¿Cuál de
ellos…de Vicente?
— Bueno,
casualmente uno de ellos se llamaba Vicenç…pero del que quiero hablarle es del
que se hacía llamar Paco…su nombre completo era Francisco Vallejo Solana para
más señas…
Fue entonces
cuando mostrando la foto que aún tenía expuesta en mi teléfono móvil le señalé a uno de los dos jóvenes
milicianos…
— En concreto
es éste, el de la derecha Sr. Charrón…
— No… no es
posible que ese muchacho se llamara Paco… estamos seguros que su nombre es
Vicente Molina Gallén… mi tío.
— Pues justo
de él es de quien tengo que hablarle… y estoy completamente seguro de que usted
me querrá escuchar…
Noté en mi estado
de ánimo un cambio brusco, pasé de la excitación a un completo desahogo, Jean
Philippe había entendido el mensaje y me rogó que nos sentáramos en un aparte…
allí le expliqué brevemente la historia de Paco que por supuesto le impactó
sobremanera…era preciso que ambos nos tomáramos el asunto con calma dada la
transcendencia del mismo, así que optamos por la mejor de las opciones,
descansar y a la mañana siguiente ir los
dos a Pedrafosca para hablar sobre el terreno de todo ese asunto que a ambos nos
afectaba sobremanera.
Era tarde,
hacía frío y no tenía sentido ir a mi pueblo para volver temprano a Barcelona
al día siguiente, así que opté por dormir en un hotel e ir a recoger a Jean
Philippe a primeras horas de la mañana… Tomamos un frugal desayuno, en el cual
él me confesó que apenas había podido pegar ojo esa noche… si lo que yo le
había contado era cierto y no tenía porqué dudarlo, el panorama respecto a su
tío cambiaba por completo.
La verdad es
que durante el trayecto en coche el tema de Paco quedó en un segundo término
aunque obviamente sí que hablamos de su historia… empleamos gran parte del
tiempo para conocernos mejor tanto él como yo, hablamos en un tono filosófico
sobre las casualidades de la vida, que pronto traducimos en causalidad… nada ocurre
si uno no se mueve; también contemplamos el paisaje iluminado por un día
soleado y fresco como si nos anunciara con su luz que el horizonte de las dudas
se iba a despejar muy pronto... No tardó en producirse una buena química entre
nosotros, teníamos bastantes puntos en común tanto en lo que se refiere a las
ideas como en los temas literarios, él periodista y yo un escritor aficionado…
Cuando
llegamos a Pedrafosca, tras aparcar el coche nos dirigimos primero a casa para que
conociera a mi mujer Carmela, luego los tres orientamos nuestros pasos hasta la
que fue residencia de Paco que ahora sí estaba cerrada. Previamente tuve que
llamar a Mercedes para que nos abriera., la muchacha solícita acudió con la
llave y tras presentarla a Jean Philippe, ella marchó prudentemente dejándonos
solos en el que ahora iba a ser su nuevo hogar.
Le enseñamos
la estancia que seguía exactamente igual a cuando Paco vivía en ella, nada
había cambiado, Mercedes, quizás por decoro todavía no había hecho aposento de
la casa… Jean Philippe no pudo por menos que asombrarse ante tanta austeridad y
le costaba imaginar, según sus palabras, la soledad que tenía que haber
soportado la persona que allí habitó tantos años…Cerramos, dejé la llave bajo
el felpudo tal cual habíamos quedado con Mercedes y volvimos a mi domicilio
donde yo guardaba las cenizas y toda la documentación y pruebas que Paco nos
dejó.
Fue un día
largo e intenso y pleno de emociones. Jean Philippe comió, cenó y se quedó a
dormir en casa. A la mañana siguiente volvía a dejarle con mi coche en
Barcelona… En todo ese tiempo tuvimos oportunidad de hablar y escuchar a la vez
que pudimos desglosar con rigor, hasta lo que sabíamos, lo que fue la vida de
Paco… cuanto me cuesta dejarle de llamar así…
Hasta la
batalla de Serós todo estaba claro, las pruebas que ambos teníamos, tanto en las
evidencias como en documentación lo confirmaba, sobre todo por la foto de
Aitona… pero es entonces cuando las tropas leales a la República ante la
pérdida de posiciones se iban retirando en desbandada cuando la historia da un
giro brusco…Me costó darme cuenta de que la cartilla militar a nombre de
Francisco Vallejo Solana no era republicana.
Paco… decidió huir en solitario justo por la
zona por donde había llegado cuando escapó junto a Vicenç del campo de
concentración de Miranda de Ebro. El terreno le era familiar y pensó que podría
lograrlo cuando tropezó de bruces con un joven soldado del bando franquista que
le dio el alto. Los dos se encontraron cara a cara en un terreno baldío, ambos estaban
solos, separados del grueso de sus respectivas fuerzas. Paco le rogó que le
dejara pasar pero el soldado se negó y no solo eso sino que le amenazó con
dispararle si no se rendía… Llevaba en el bolsillo una pistola Astra de 9 mm . que había encontrado…
volvió a insistir varias veces más para que le dejara pasar, hasta que el joven
soldado pronunció: “Una palabra o un paso
más y disparo”…pero el que disparó sacando la pistola de su bolsillo fue
Paco… Según él me relató, era su primer muerto porque hasta entonces se había
limitado a disparar su Mauser a diestro y siniestro, a correr, agazaparse y
poca cosa más como no fuera ver cadáveres y más cadáveres a su alrededor
algunos de ellos reventados por las bombas…Estaba desbordado por el miedo,
aterrado tras lo que acababa de hacer y desesperado no se le ocurrió otra cosa
que intercambiar su placa de identificación con la del cadáver, a la vez que
cambiaba su chaqueta por la suya…Un poco más adelante intentando recuperarse
del resuello descubrió la documentación a nombre de Francisco Vallejo Solana.
Fue entonces
cuando decidió volver campo a través a Barcelona. En el camino encontró ropa
parecida a su medida en un tendedero a las afueras de un pueblo. Abandonó las
ropas del soldado y guardó la documentación que le identificaba como un soldado
del bando nacional… Así fue como llegó hasta las estribaciones de la Masía de El Far donde pudo
iniciar una nueva vida…
Le mostré a
Jean Philippe toda la documentación que el bueno de Paco… Vicente ahora, nos dejó.
En ella figuraba una declaración firmada en donde indicaba que él en realidad
se llamaba Vicente Molina Gallén, nacido en Castellón de la Plana , dio los nombres de
sus padres, él enfermero del hospital provincial y desaparecido, aunque suponía
la familia que habría sido fusilado por el camino antes de llegar a la cárcel
de Castellón. Tras esos incidentes y ante la ocupación inminente de Castellón
por las tropas del General Franco, decidieron huir a Barcelona, donde su madre
encontró la muerte en un bombardeo de la aviación italiana. Su hermana se
llamaba Eva Molina Gallén, y solo sabía de ella que se había enamorado de un
oficial Polaco de las Brigadas Internacionales y que estaba combatiendo en el
frente de Aragón…Tras la muerte de su madre, rabioso, decidió alistarse
voluntario en la quinta del biberón.
En el
escrito que yo mismo redacté de puño y letra para que él lo firmara y que a la
vez quedó gravado como testimonio de su voz en una cinta, Paco…Vicente ahora,
pedía perdón a su hermana por no haber tenido el valor de buscarla o saber más
de ella…pedía perdón a la familia de Vicente Vallejo por haberlo matado y
usurpar su personalidad…y rogaba tanto a su propia familia como a la del que
había suplantado que consideraran el hecho de que él entonces apenas tenía
dieciséis años, y que por su mente solo circulaba el horror de una guerra,
temía ser fusilado si lo encontraban ya fuera por ser republicano o por haber
matado y suplantado la personalidad de un soldado del bando nacional…Toda su
vida vivió con ese temor y conforme pasaba el tiempo ya no pudo echar marcha
atrás… por eso decidió vivir encerrado en un Pueblo donde que a pesar de vivir
tantos años todavía le consideraban como “el foraster”… es aquí en Pedrafosca, donde
encontró el refugio y justamente sus características de pueblo cerrado de
ideas, pese a ser criticadas por él, le sirvió como aliado a su propósito…
Paco, Vicente ahora, se consideraba un cobarde y lamentaba no haber tenido el
valor de destapar su secreto… un secreto que solo Azucena la que hubiera podido
ser su mujer conocía, con ella tenía que haber cambiado todo, pues fue entonces
cuando habían pensado en contar la verdad, pero ella murió y el mal clima que
encontró después le obligó a volver a encerrarse en Pedrafosca… Agradeció también en
su declaración la ayuda que yo le había dispensado, y lamentaba que no me
hubiera conocido en profundidad mucho antes…Expuso su voluntad de que la casa
quedara a nombre de Mercedes, que se dispusiera de sus ahorros para el entierro
y obras sociales y nada decía en lo que hacer con sus cenizas.
Decidimos
que Jean Philippe se llevara las cenizas de su tío y toda la documentación…Nos
pareció oportuno de momento guardar el secreto hasta que él hiciera algunas
averiguaciones respecto a la familia de Francisco Vallejo Solana…
Pocos días
después Jean Philippe acompañado de su madre nos visitó en Pedrafosca… había
averiguado que en la familia de Francisco Vallejo Solana apenas existía
recuerdo de él, sus descendientes sobrinos suyos tenían entendido que su tío
murió en la guerra porque nada más se supo, y daban por hecho de que sus restos
reposaban gloriosamente en el Valle de los Caídos…La decisión fue correr un
tupido velo, porque en ese punto la realidad no distaba en absoluto de la
versión de la familia.
Eva Molina,
quiso conocer de primera mano el lugar donde había vivido su hermano… se mostró
muy emocionada cuando le confirmé de mis propias palabras, que el punto de la
declaración de Paco, me cuesta llamarle de otra manera, en donde se manifestaba
como un cobarde no era cierto… que su hermano arriesgándose lo suyo y a base de
inteligencia ayudó en la posguerra a los perdedores refugiados en el monte… que
durante toda su vida se mostró crítico con aquellos que abusando de su poder y
posición oprimieron a los perdedores, que fue una discordia para ellos y que de
su relato ahí estaba el escrito en la página Web del ayuntamiento y en la
revista del Pueblo, como un sentido homenaje hacia su persona… que fue en toda
su vida y así lo conocí, un ser digno y positivo siempre ayudando a los que
consideraba más débiles y que jamás abusó de nadie…si en su fuero interno
existía cierta amargura por su turbulento pasado, esta circunstancia jamás le
apartó de ser considerado como una excelente persona, así lo pensábamos la gran
mayoría de las gentes del pueblo.
Al día
siguiente y en una ceremonia de lo más intima…Eva Molina, Jean Philippe y su
hija Priscila, mi mujer Carmela y yo, depositábamos las cenizas en el nicho de
Montjuïc junto a los restos de sus
padres…Los cinco habíamos decidido que era lo mejor, no había porque alterar la
historia, para nosotros ahí reposaban los restos de un buen hombre, Vicente Molina
Gallén… para los demás, continuaría siendo en el recuerdo, Paco “El Foraster”...
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