Toulouse,
principios de Enero, 2016
...Nada más
llegar a Tolousse, me dirigí a casa de mi madre para enseñarle la serie de
fotos que había realizado en Batea, junto con la fotocopia del papelito en
donde figuraban los datos de su hermano. Ella mantuvo los documentos sobre sus
manos temblorosas, y tras observarlos durante un largo rato los abrazó contra
su pecho… pude observar como algunas lágrimas furtivas resbalaban por el
arrugado surco de sus mejillas. Luego respiró hondo, avanzó unos pasos hasta
llegar a la altura del mapa de España con las chinchetas señalando las
diferentes fosas, y con un gesto decidido extrajo las tres de color rojo.
Después avanzó unos cuantos pasos más hasta sentarse sobre el sillón.
Permaneció allí sin hablar, en actitud meditativa prolongando un silencio que
quise respetar y esperando a que ella se decidiera a romperlo.
— Ya está… ya
me puedo morir tranquila… que más quisiera yo.
— ¿Que quieres
decir con esas palabras?, madre.
— Algo… existe
algo que no me cuadra hijo.
— ¿Qué es… que
es lo que no te cuadra?
— Es una
indecencia que los huesos de mi hermano estén mezclados con los restos de miles
de personas… y no solo por él sino por todos, flaco favor que estén allí en ese
Valle… Sería diferente que el concepto que allí se mantiene fuera genérico y
que se entendiera que es un monumento a todos los caídos en esa horrible
guerra… pero sabemos que no es así… allí huele solo a franquismo, a dictadura…
no es lugar para que descansen los restos de mi hermano… no es lugar.
— Se que estás
en lo cierto madre y te entiendo, no sabes como te entiendo… pero, ¿Qué más
podemos hacer nosotros, que no hayamos hecho ya?
— Nada… no
podemos hacer nada y lo sé… pero me gustaría morirme después de que se hubiera
reconocido por la sociedad de mi País ese defecto, ese enorme defecto que a mi
entender es el Valle de los Caídos…
— Sea defecto
o no madre, nada podrá remediar que los huesos de mi tío sigan allí, eso no nos
queda más solución que aceptarlo.
— Aceptémoslo
pues… pero creo que nada ni nadie podrá llenar el vacío que siento por dentro
hijo.
— Madre…
arriba el ánimo, como tú siempre dices, hemos de seguir en la lucha, queda
tanto por hacer todavía…
— Tienes razón
hijo… yo nunca me he rendido y no pienso hacerlo hasta que acepte que ya no me
quedan más fuerzas para seguir viviendo…
Salí muy
preocupado de casa de mi madre, me planteaba que uno de los motivos por los que
aún ella se mantenía firme pese a su avanzada edad, fueran las tres chinchetas
rojas de ese mapa y que al quitarlas se escapara la fuerza que aún la mantenía
con vida, que al perder esa motivación por haber cumplido con sus más íntimos
objetivos ya no le quedaran más ganas de seguir existiendo, y temía que su
voluntad se desplomara como lo hace un péndulo, máxime después de todas las
emociones vividas en estas últimas semanas.
Han pasado
dos semanas desde que mis pasos volvieron al lugar donde resido, Tolousse… madre
resiste sin perder su voluntad de vivir lo cual me da una enorme tranquilidad,
y por otra parte diré que se está cumpliendo una de mis máximas filosóficas,
que no se bien si es de mi cosecha o lo más normal que la haya recogido de mi
bagaje tras leer innumerables libros y hablar con todas las personas que he
tenido que tratar: “Si tú te mueves, también se mueve el entorno donde figuran
tus pasos”… Nada de lo que he realizado estos últimos tres meses ha caído
en saco roto, para empezar el periódico
donde trabajaba, conocedor de mis movimientos, me ha solicitado un artículo que
saldrá en la revista del dominical, y todavía sin que lo haya realizado y poder
observar sus consecuencias, como las noticias vuelan y en gran medida supongo
que debido al multitudinario homenaje que se realizó en Barcelona con motivo de
depositar los restos de mi abuelo en el cementerio de Montjuïc, ya me han
llegado hasta tres propuestas, de momento, para realizar sendas conferencias
coloquio, una en Tolousse, la segunda en Castellón y la tercera en Barcelona,
con fechas a determinar, obviamente que el tema no será otro que la Memoria Histórica.
Ya han
pasado las fiestas navideñas, lo cual me alivia porque para mí no son fechas agradables…
Ya dije que soy viudo, lamentable circunstancia cuando se vivieron tiempos
felices, Lorraine murió de cáncer hace seis años, fácil de decir y triste de
recordar, porque esta enfermedad no tiene cita con el inicio y siempre se llega
a su conocimiento por sorpresa. Fueron dos años de ardua lucha y resistencia
psicológica, tanto por parte de ella como por la mía y nuestra hija Priscila,
que circunstancialmente por su trabajo, no ha podido estar a nuestro lado en
estas fechas… ella es científica y los científicos son una raza aparte, siempre
persiguiendo con paciencia, con extremada paciencia sus objetivos en un lento,
a veces lentísimo avance. Claro que también tienen sus cuitas que ella me
explica, cuando se intenta conseguir la fama a base de pisotear a otros, robar
sus conocimientos y luchar por publicar artículos en revistas científicas en
pos de un reconocimiento y una fama a veces inmerecida, vamos, que en más de
una ocasión, el trabajo sucio lo suelen ejecutar los que empiezan y la fama los
que mandan…Ella vive y trabaja ahora en Alemania, nos vemos solo tres o cuatro
veces al año aunque nos comunicamos muy a menudo, y lo que más importa por lo
que me dice, es que de momento es feliz con su trabajo.
Si digo todo
esto, es porque cuando me falta el ánimo, siempre me acuerdo de ellas dos y por
supuesto de mi madre. Dejar de ser periodista en activo, he de reconocer que me
ha afectado… Ahora que ya hemos resuelto las preocupaciones de mi madre y
averiguado donde reposan los restos de mis familiares, me llega el bajón. Solo
espero recuperar la ilusión y seguir luchando por recuperar la memoria
histórica, creo es no es mal asunto para compensar el tener que haber dejado el
periodismo… esto no ha acabado aún...
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