En pocos años la tecnología de medios audiovisuales ha avanzado a pasos
agigantados. Hoy en día es raro el que no posee un móvil con el que comunicar o
consultar. Las relaciones humanas se han robotizado, los contactos se suceden
en modo artificial en gran medida; a la vez, que podemos entrar en el Mundo de
la comunicación y el entretenimiento con suma facilidad.
En parte es una gran ayuda, eso no lo podemos poner en duda…Seres
queridos que viven a gran distancia de nosotros, pueden reflejar una sonrisa, o
emitir una voz en cualquiera de estos aparatos y sentirlos así más cercanos. A
nuestro alcance figura todo el conocimiento dispuesto en la red, del que
podemos sacar el jugo necesario. Las relaciones grupales de amistad y
familiares, se pueden mantener a través de la palabra escrita o la imagen, lo
que nos permite no perder el contacto.
Pero… hemos de hacer hincapié en una serie de circunstancias que
considero son transcendentales… El contacto artificial, resta calor humano en la
relación… Tanta información a nuestro alcance puede generar cierto desconcierto, puesto que igual podemos encontrar datos relevantes como falsos o
manipuladores… Nuestro cerebro se acomoda hasta el punto que perdemos la
capacidad de memoria, ya no somos nosotros quienes recopilamos el conocimiento
haciéndolo propio, sino que lo recogemos de la red para mayor comodidad. El
móvil o el ordenador pueden ser a la vez objetos de entretenimiento, pero
aislados, lo que nos puede desviar de objetivos más interesantes… Las redes
sociales, desde un aspecto meramente personal pueden fomentan el ego, a la vez que provocar estímulos que llegan a resultar banales…Y lo más importante, cometer el error de
caer en la dependencia…Vivir pegado a este tipo de tecnología, es olvidarnos
que la vida además, es naturaleza, experiencia vital y contacto humano desde el
roce y la palabra cercana.
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