Algo alejados del
río Níger, en Mali, Vivian los gemelos Ibrahim y Moussa, ambos de doce años.
Como sea que para encontrar agua, era preciso andar más de seis kilómetros
hasta el río, su padre Enam propuso construir un pozo con la idea de dar con el
líquido elemento. Buscaron un lugar entre rocas y arena no muy lejos de su
choza y empezaron a excavar un cada vez más profundo agujero. Día tras día no
cesaron en su empeño, hasta que finalmente se dieron por vencidos, en aquel
lugar no había ni una pizca de agua. Como resultado de su intento, quedó un
profundo hoyo de un metro y medio de ancho y cuatro metros de hondo, y con una
pared vertical y muy lisa.
Nadie conoce lo que es el destino, pero
aquel profundo agujero había alterado el paisaje y quien sabe si el orden de
las cosas. Tal es así que uno de esos días, el escorpión pendejo andaba por ahí
buscando algo que comer, bien podían ser insectos arañas, lagartos, o pequeños
ratones…Un escorpión principalmente necesita agua para sobrevivir, la cual
conseguía absorbiendo minúsculas gotas de rocío que siempre encontraba sobre
algún hierbajo al amanecer, cuando la ligera humedad aún era manifiesta. Comer
no era tan acuciante, podía estar meses sin probar bocado alguno, pero justo
ahora y después de mucho tiempo tenía necesidad de cazar algo para cubrir sus
necesidades. El escorpión pendejo observó como una araña negra y peluda
deambulaba entre unas piedras, si más dilación se fue tras ella. La araña se
dio cuenta del peligro y con sus largas y finas patas intentó escapar. Se dejó
caer de la piedra para esconderse debajo de ella y justo cuando el escorpión
pendejo se disponía a atraparla, resbaló y se cayó al fondo del profundo pozo
que con tanto ahínco habían excavado Enam y sus dos hijos Ibrahim y Moussa.
La caída podía haber sido comprometida para
un humano, pero no para un escorpión de poco peso. Cuando llegó al fondo,
intentó escalar la pared pero tras subir unos pocos centímetros volvía a caer…
al final cansado, el escorpión pendejo se tuvo que conformar con ver el cielo a
través del agujero, cuatro metros más arriba.
Pero aquí no acaba la historia, ni mucho
menos… en aquel paraje árido y silencioso también vivía el zorro listo y un
sabio conejo. Todos sabemos como se alimentan los zorros; dentro de su cadena
alimenticia el conejo era un sabroso bocado. El sabio conejo, en cambio se
tenía que conformar con encontrar brotes de plantas herbáceas, raíces, hojas,
cortezas que solía encontrar no muy lejos de su madriguera. Su sistema
digestivo era altamente eficaz para digerir ese tipo de alimento. Sin embargo
para localizar agua, a veces se veía obligado a alejarse de su escondrijo y
deambular de cara al río en incursiones
muy peligrosas para su integridad física. El zorro, sin embargo no tenía por
aquellos parajes demasiados depredadores, como no sea que en algún despiste se
adentrara en territorios peligrosos donde podían aparecer leones, hienas o
guepardos. Por esa razón prefería no alejarse de aquellas zonas donde habitaban
los humanos. Eso representaba una garantía para su supervivencia, por dos
razones: la primera porque los humanos alejaban de su entorno a los animales
que consideraban peligrosos, y porque también como zorro listo que era podía
aprovecharse de los desperdicios que siempre dejaban esos seres que andaban a
dos patas.
El caso es… que un día hiendo el conejo en
pos de encontrar agua, tropezó con el fino olfato del zorro, y empezó una larga
persecución. El zorro tras el conejo y el conejo esquivando en ágiles maniobras
las embestidas del zorro… hasta que inesperadamente, alocados el uno por cazar
y el otro por no ser cazado, se encontraron con el agujero del pozo, algo que
ni mucho menos esperaban y de improviso se vieron abocados a una caída que los
detuvo cuatro metros más abajo. El zorro llevado de su inercia fue el primero
en caer y el conejo resbalando detrás el… El escorpión pendejo observó asustado
como dos voluminosos cuerpos caían a plomo por el agujero. Primero dándose un
golpazo tremendo aterrizó el zorro, mientras que el conejo cayó cobre el cuerpo
del zorro amortiguando su caída. Tras el estrépito, llegó la calma… el conejo
parecía aturdido, mientras que el zorro se diría que estaba muerto.
El sol estaba en
lo más alto, y filtraba su luz de forma directa sobre el agujero, así pudo ver
el conejo, cuando se recuperó, la figura de un amenazante escorpión que
asustado se colocó enfrente con sus tenazas en guardia y la cola levantada
mostrando su venenoso aguijón.
El sabio conejo
no perdió la calma, sino que al contrario intentó hablar con el espantado
escorpión:
— ¿Cómo te llamas?
Pero el escorpión no respondía, sino que al
contrario no paraba de acechar los movimientos del conejo, sin perderlo ni un
momento de vista ni dejar de amenazarlo con sus dos armas.
— Esta bien… como quieras, puedes seguir en guardia,
pero escucha esto… me llaman sabio, como verás soy un conejo y estoy tan asustado como tú… yo no soy
ninguna amenaza para ti, los conejos no comemos escorpiones. A quien deberíamos
de temer es a este zorro y al agujero donde estamos metidos.
Tras unos momentos de pausa, el escorpión se
decidió a hablar:
— Vale… lo entiendo, lo entiendo… me llaman pendejo.
— ¿Pendejo?, porqué te llaman así.
— Creo que porque siempre estoy levantando la cola y
poniendo en guardia mis tenazas… no se hacer otra cosa si me veo amenazado. Si
alguien se pasa un pelo, le pico y ya está…
— Bueno… pues que sepas que yo no te amenazo… hemos de
ver la forma de salir de aquí.
— Y el zorro… está muerto ¿Verdad?
Fue entonces cuando el sabio conejo quiso
cerciorarse de si el zorro aún estaba vivo…porque la primera impresión es que o
bien estaba muerto o había quedado hecho polvo tras la caída. Acercó sus
bigotes al morro del zorro… el susto que se dio fue de órdago. No estaba
muerto, respiraba aunque muy pausadamente.
Tras el descubrimiento, el sabio conejo
retrocedió hasta topar con la pared del pozo, al tiempo que observaba como el
escorpión pendejo, tan asustado como él bajaba la guardia y se cobijaba tras el
pelaje del conejo. No podían hacer otra cosa que esperar para comprobar si el
zorro recuperaba el conocimiento y hasta que punto había quedado mal herido…
Tal vez del trompazo que se había dado, ya no se acordara de que era un zorro y
que estaba persiguiendo a un conejo.
Ambos, conejo y escorpión, no cesaban de
mirar al zorro… ahora el hecho de que estuvieran encerrados en aquel profundo
agujero, sin poder salir, era irrelevante. Solo tenían un temor… el zorro. El
sabio conejo pensó: —Si me estaba
persiguiendo es porque tenía hambre, y aquí en este hoyo no hay escapatoria
alguna—. Y como si le estuviera leyendo el pensamiento, el escorpión
pendejo comentó al sabio conejo:
— ¿Los zorros comen escorpiones?
— Como lo sabes Pendejo… si despierta, tu serás el
aperitivo y yo el segundo, tercer plato y los huesecillos que me queden el
postre.
— Estamos perdidos pues… tengo que confesar que estoy
cagadito de miedo.
— Pues poco nos va a ayudar el miedo Pendejo… temamos
al zorro, pero no desesperemos. ¿Ves el cielo allá arriba?
— Sí claro que lo veo… está muy lejos. Yo he intentado
escalar pero es imposible y que yo sepa los conejos no soy muy buenos
escaladores…
— Cierto es... pues yo te digo, que ese pedacito de
cielo es una señal, siempre hay una salida.
— Pues yo solo veo una salida… hacia el estómago del
zorro.
Pasaron unos largos minutos, quien sabe si
los minutos se convirtieron en horas. El sol ya había desaparecido de la
vertical del pozo y la luz entraba indirecta dejando en una incierta penumbra
el espacio donde se encontraban el zorro listo, el sabio conejo y el escorpión
pendejo. De repente, el zorro empezó a estremecerse, era la primera señal de
que quizás ya hubiera recuperado el sentido tras la brutal caída… y para
rebosar la intranquilidad de Sabio y Pendejo, además se estaba incorporando.
El Listo zorro intentó sostenerse sobre sus
patas, lo logró tras estabilizar su falta de equilibrio. Evidentemente estaba
aturdido y muy inestable, parecía que se estuviera recuperando tras una
borrachera. Sin pensar que estaba encerrado en un agujero, su primer instinto
fue echar a correr, y la respuesta fue topar contra la pared del pozo y volver
a caer desplomado… Pendejo no quería ver, seguía refugiado tras los pelos del
conejo. Sabio en cambio no perdió ni un solo instante el interés por la escena…
casi se echó a reír cuando el zorro se pegó el trompazo contra la pared del
pozo, sino fuera porque se encontraba atrapado y a Mercer de sus fauces.
El Listo zorro, tras el golpe sacudió su
cabeza, se calmó y empezó a mirar en su estrecho entorno. Sabio reculó
inmediatamente buscando la sombra como refugio mientras Pendejo le seguía en la
corta trayectoria sin querer mirar. Sabía que todo intento de refugiarse era
inútil, pero quería evitar un primer impacto. Esperaba que primero el zorro se
diera cuenta de que ahora su prioridad era escapar de aquel agujero y no
comerse de inmediato al conejo. El zorro observó la claridad del cielo allá
arriba y de inmediato se dio cuenta que estaba encerrado… es más, su vista
todavía no estaba adaptada a la penumbra, pero su fino olfato empezó a actuar
para darse cuenta que allí no estaba solo.
Sabio prefirió darse a conocer, antes que
intentar escapar porque era evidente que eso era inútil.
— Zorro… soy el conejo que perseguías…ambos caímos
juntos en este agujero.
El zorro tuvo el instinto de abrir sus
fauces para devorar al conejo… pero éste le detuvo hábilmente con sus palabras:
— ¡Espera, espera!... antes de comerme espera.
— ¿por qué he de esperar?
— Porque te llaman Listo…
— Es cierto, me llamo listo, ¿Cómo lo sabes?
— Vivo en los mismos parajes que tú, como no voy a
saberlo.
— Bueno, eso no va a evitar que te devore…
— ¡No, espera!... además no estamos solos.
Sabio dijo eso como una maniobra para
despistarle, antes de que el zorro se abalanzara sobre él… claro que al verse
delatado, Pendejo no pudo por menos que protestar:
— ¡He Sabio!… a mí no me metas, es a ti a quien quiere
comer el zorro.
— ¿Quién eres tú? — dijo el zorro—
— Pendejo, soy pendejo… y no te acerques si no quieres
que te pique con mi aguijón… ¡que te pico, que te pico!
— Ja Ja… no serás el primer escorpión que coma… podría
empezar contigo como aperitivo.
Entonces el conejo se dirigió a Pendejo y
luego al zorro en un ejercicio de hilaridad.
— Ves te lo dije… tú serás el primero Pendejo, luego
vendré yo. Aunque… crees Listo que eso te va a servir de algo. Eso no va a
evitar que al final tú también mueras de hambre y sed… Para nosotros el final
va a ser rápido, pero tu muerte será lenta y dolorosa.
— Que más da, lo primero es lo primero…
— Entonces no haces honor a tu nombre… no eres tan
listo.
— Soy Listo, un zorro y muy superior a vosotros, aquí
mando yo.
— Está bien… tú eres listo, pero yo soy sabio.
— ¿Que intentas
huir?... no puedes hacerlo conejillo.
— Claro que no puedo, ni tú tampoco.
— Bueno… pero antes podré disfrutar de dos sabrosos
bocados, algo es algo…tengo hambre, voy a empezar por el escorpión.
— Ni te
atrevas… si no quieres morir envenenado… ¡que te pico, que te pico!
El zorro mostró sus fauces amenazantes a la
altura de Pendejo, mientras éste intentaba defenderse con sus tenazas y la
mortal pezuña de su cola. Sabio había logrado lo que pretendía, distraer al
zorro. Observaba la escena de soslayo como si fuera el segundo actor… pero
decidió erigirse de nuevo en protagonista, tenía una idea:
— ¡Espera, espera Listo!... antes de zamparte a
Pendejo, escúchame.
— ¡Déjame en paz!... luego voy a por ti.
— Está bien, está bien… como quieras. No tenemos
escapatoria, por lo tanto a qué tanta prisa.
— ¡Tengo hambre!
— Vale… tienes hambre, pero tu hambre puede esperar a
que primero logremos salir de este agujero.
— ¿Qué quieres decir Sabio?… no tenemos escapatoria, lo
acabas de decir.
— Es cierto… no tenemos escapatoria. Si nos zampas a
los dos no tendremos escapatoria.
— No te entiendo…
— Tú eres Listo… si escuchas me vas a entender.
El
zorro se vio alagado en su soberbia y decidió escuchar al conejo antes de
comerse a los dos… tenía razón su hambre podía esperar un ratito. Pendejo se
vio momentáneamente liberado de la amenaza y bajó la guardia, mientras también
se disponía a oír las palabras de Sabio.
— Está bien, escuchad los dos… si nos coordinamos
podemos salir los tres de este pozo.
— No me hagas reír, eso es imposible.
— Te equivocas Listo… quiero decir, que con tu
estimable ayuda y la de Pendejo los tres vamos a salir de aquí.
— Pues ya me dirás como, sabiecillo… ya estás tardando
en decirlo y si no me convences, que sepas que tú serás el primero para saciar
mi apetito.
— Vale, de acuerdo…pero con una condición, si logramos
salir, has de prometernos que nos dejarás marchar a los dos.
— Lo prometo… pero dilo de una vez.
— Los tres tenemos especialidades de cara a
refugiarnos… tú eres fuerte y capaz de buscar una cueva, un hueco o de hacer
una madriguera, pero no muy profunda. Pendejo es capaz de infiltrarse por
cualquier espacio estrecho…pero solo yo soy capaz de hacer madrigueras de largo
recorrido, porque soy vulnerable y he de tener varias entradas y salidas por si
existiera alguna amenaza.
— ¿Y bien?
— Tú empezarás a
abrir un hueco en diagonal hacia arriba, Pendejo valorará cual es el mejor camino
para no tropezar con rocas… y yo seguiré elaborando una larga madriguera hacia
la salida, luego es cuestión de que tú
ensanches el hueco para que te quepa el cuerpo, a la vez que retiras la tierra.
— Se puede intentar… pero si fracasamos que sepáis que
no podréis evitar ser mi alimento.
— Vale… vale… que pesado… quiero decir, que está bien,
de acuerdo. Si Pendejo lo acepta, yo también. Ningún problema, pero vamos a
intentarlo, O.k.
Sin más dilación y tras la primera
intervención de Listo, Sabio empezó a escarbar la pared del pozo con la
intención de ir hacia arriba. No tardó en encontrarse con dificultades… llamó a
Pendejo para que explorase el terreno.
— Por aquí es imposible Sabio, esto está lleno de
rocas…habrá que desviarse.
El conejo buscó otras trayectorias, tubo que
zigzaguear en horizontal varias veces,
hasta que por fin pareció que encontró el terreno óptimo para ascender.
Primero tuvo que pedir a Listo que le ayudara a desplazar una roca de cierto tamaño…
y tiró hacia arriba.
Poco a poco, trabajando en equipo: con
Pendejo haciendo prospección de la zona de ascenso, Sabio esmerándose en cavar
y Listo ensanchando la salida a la vez que extraía con sus patas la tierra, fueron superando la
altura… hasta que por fin primero Pendejo y luego Sabio vieron la luz y
pudieron salir al exterior. Ambos tuvieron la tentación de escapar para no
tener que encontrarse con las intenciones de Listo, pero quien sabe si por
curiosidad, o por mera solidaridad, decidieron esperar al zorro.
Listo también vio la luz que anunciaba la
salida, y peleaba por sacudirse los últimos tramos de tierra. Estaba nervioso y
sus movimientos eran bruscos, había dejado tras de sí un importante boquete del
tamaño de su cuerpo. Sabio, hábilmente había trazado una ruta en absoluto
vertical, sino buscando diagonales que permitieran un cómodo y paciente
ascenso. Primero tuvo que encontrar en plano y horizontalmente el mejor terreno
para excavar con la inestimable ayuda de Pendejo… Si digo esto, es porque como
consecuencia de la escapatoria, en terreno adyacente al pozo había quedado
bastante agujereado.
Por fin Listo consiguió asomar la
cabeza…Sabio y Pendejo lo observaban expectantes. El zorro, apunto de salir del
todo, les habló.
— Será mejor que os larguéis, para que no me arrepienta…
sigo siendo un zorro y tengo más hambre todavía después del esfuerzo.
¡Venga…largaos de una vez!
— Ya lo has oído Pendejo… vámonos, Listo no es de fiar.
— Yo me meto debajo de la primera piedra que encuentre…
ha sido un placer conocerte… y gracias por todo.
— De nada… yo me voy a buscar la madriguera, prefiero
aguantar la sed y descansar, mañana será otro día.
Como os dije al principio… “Nadie sabe lo
que es el destino, pero aquel profundo agujero realizado por Enam y sus hijos
con la intención de encontrar agua, había alterado el paisaje y quien sabe si
el orden de las cosas”…mejor dicho, de algunas cosas, porque existen otras que
parecen imposibles de cambiar.
Al día siguiente, se diría que por el
interés de volver a comprobar su obra baldía, Enam orientó sus pasos hacia el
pozo…faltaban poco para llegar, cuando percibió en el aire un signo de humedad
nada habitual. Cual fue su sorpresa, cuando comprobó que en el fondo del pozo
había agua… es más, la fina y transparente lámina del líquido elemento se
encontraba a tan solo dos metros de la superficie… ¿que habría pasado?
No muy lejos de allí… Listo vio a Sabio y se
dispuso a perseguirlo… Con habilidad el conejo pudo burlar al zorro y
esconderse en su madriguera. Mientras tanto, el escorpión observaba la loca
carrera, hasta que una pequeña musaraña curiosa le distrajo…Se puso en guardia
con sus tenazas y elevando el aguijón de su cola amenazó al pequeño roedor: —No te acerques que te pico, que te pico, no
te acerques”—. La musaraña murmuró:- antipático,
siempre serás un pendejo-.
En aquel árido paraje de arena y roca, algo
parecía haber cambiado… ¿O no?
FIN