martes, 23 de mayo de 2017

Cuento: El zorro Listo, el Sabio conejo y el escorpión Pendejo"

Algo alejados del río Níger, en Mali, Vivian los gemelos Ibrahim y Moussa, ambos de doce años. Como sea que para encontrar agua, era preciso andar más de seis kilómetros hasta el río, su padre Enam propuso construir un pozo con la idea de dar con el líquido elemento. Buscaron un lugar entre rocas y arena no muy lejos de su choza y empezaron a excavar un cada vez más profundo agujero. Día tras día no cesaron en su empeño, hasta que finalmente se dieron por vencidos, en aquel lugar no había ni una pizca de agua. Como resultado de su intento, quedó un profundo hoyo de un metro y medio de ancho y cuatro metros de hondo, y con una pared vertical y muy lisa.

   Nadie conoce lo que es el destino, pero aquel profundo agujero había alterado el paisaje y quien sabe si el orden de las cosas. Tal es así que uno de esos días, el escorpión pendejo andaba por ahí buscando algo que comer, bien podían ser insectos arañas, lagartos, o pequeños ratones…Un escorpión principalmente necesita agua para sobrevivir, la cual conseguía absorbiendo minúsculas gotas de rocío que siempre encontraba sobre algún hierbajo al amanecer, cuando la ligera humedad aún era manifiesta. Comer no era tan acuciante, podía estar meses sin probar bocado alguno, pero justo ahora y después de mucho tiempo tenía necesidad de cazar algo para cubrir sus necesidades. El escorpión pendejo observó como una araña negra y peluda deambulaba entre unas piedras, si más dilación se fue tras ella. La araña se dio cuenta del peligro y con sus largas y finas patas intentó escapar. Se dejó caer de la piedra para esconderse debajo de ella y justo cuando el escorpión pendejo se disponía a atraparla, resbaló y se cayó al fondo del profundo pozo que con tanto ahínco habían excavado Enam y sus dos hijos Ibrahim y Moussa.
   La caída podía haber sido comprometida para un humano, pero no para un escorpión de poco peso. Cuando llegó al fondo, intentó escalar la pared pero tras subir unos pocos centímetros volvía a caer… al final cansado, el escorpión pendejo se tuvo que conformar con ver el cielo a través del agujero, cuatro metros más arriba. 

   Pero aquí no acaba la historia, ni mucho menos… en aquel paraje árido y silencioso también vivía el zorro listo y un sabio conejo. Todos sabemos como se alimentan los zorros; dentro de su cadena alimenticia el conejo era un sabroso bocado. El sabio conejo, en cambio se tenía que conformar con encontrar brotes de plantas herbáceas, raíces, hojas, cortezas que solía encontrar no muy lejos de su madriguera. Su sistema digestivo era altamente eficaz para digerir ese tipo de alimento. Sin embargo para localizar agua, a veces se veía obligado a alejarse de su escondrijo y deambular de cara al  río en incursiones muy peligrosas para su integridad física. El zorro, sin embargo no tenía por aquellos parajes demasiados depredadores, como no sea que en algún despiste se adentrara en territorios peligrosos donde podían aparecer leones, hienas o guepardos. Por esa razón prefería no alejarse de aquellas zonas donde habitaban los humanos. Eso representaba una garantía para su supervivencia, por dos razones: la primera porque los humanos alejaban de su entorno a los animales que consideraban peligrosos, y porque también como zorro listo que era podía aprovecharse de los desperdicios que siempre dejaban esos seres que andaban a dos patas.

   El caso es… que un día hiendo el conejo en pos de encontrar agua, tropezó con el fino olfato del zorro, y empezó una larga persecución. El zorro tras el conejo y el conejo esquivando en ágiles maniobras las embestidas del zorro… hasta que inesperadamente, alocados el uno por cazar y el otro por no ser cazado, se encontraron con el agujero del pozo, algo que ni mucho menos esperaban y de improviso se vieron abocados a una caída que los detuvo cuatro metros más abajo. El zorro llevado de su inercia fue el primero en caer y el conejo resbalando detrás el… El escorpión pendejo observó asustado como dos voluminosos cuerpos caían a plomo por el agujero. Primero dándose un golpazo tremendo aterrizó el zorro, mientras que el conejo cayó cobre el cuerpo del zorro amortiguando su caída. Tras el estrépito, llegó la calma… el conejo parecía aturdido, mientras que el zorro se diría que estaba muerto.

El sol estaba en lo más alto, y filtraba su luz de forma directa sobre el agujero, así pudo ver el conejo, cuando se recuperó, la figura de un amenazante escorpión que asustado se colocó enfrente con sus tenazas en guardia y la cola levantada mostrando su venenoso aguijón.     

El sabio conejo no perdió la calma, sino que al contrario intentó hablar con el espantado escorpión:

    ¿Cómo te llamas?

   Pero el escorpión no respondía, sino que al contrario no paraba de acechar los movimientos del conejo, sin perderlo ni un momento de vista ni dejar de amenazarlo con sus dos armas.

    Esta bien… como quieras, puedes seguir en guardia, pero escucha esto… me llaman sabio, como verás soy un conejo y estoy tan asustado como tú… yo no soy ninguna amenaza para ti, los conejos no comemos escorpiones. A quien deberíamos de temer es a este zorro y al agujero donde estamos metidos.

   Tras unos momentos de pausa, el escorpión se decidió a hablar:

    Vale… lo entiendo, lo entiendo… me llaman pendejo.
    ¿Pendejo?, porqué te llaman así.
    Creo que porque siempre estoy levantando la cola y poniendo en guardia mis tenazas… no se hacer otra cosa si me veo amenazado. Si alguien se pasa un pelo, le pico y ya está…
    Bueno… pues que sepas que yo no te amenazo… hemos de ver la forma de salir de aquí.
    Y el zorro… está muerto ¿Verdad?

   Fue entonces cuando el sabio conejo quiso cerciorarse de si el zorro aún estaba vivo…porque la primera impresión es que o bien estaba muerto o había quedado hecho polvo tras la caída. Acercó sus bigotes al morro del zorro… el susto que se dio fue de órdago. No estaba muerto, respiraba aunque muy pausadamente.

   Tras el descubrimiento, el sabio conejo retrocedió hasta topar con la pared del pozo, al tiempo que observaba como el escorpión pendejo, tan asustado como él bajaba la guardia y se cobijaba tras el pelaje del conejo. No podían hacer otra cosa que esperar para comprobar si el zorro recuperaba el conocimiento y hasta que punto había quedado mal herido… Tal vez del trompazo que se había dado, ya no se acordara de que era un zorro y que estaba persiguiendo a un conejo.

   Ambos, conejo y escorpión, no cesaban de mirar al zorro… ahora el hecho de que estuvieran encerrados en aquel profundo agujero, sin poder salir, era irrelevante. Solo tenían un temor… el zorro. El sabio conejo pensó: —Si me estaba persiguiendo es porque tenía hambre, y aquí en este hoyo no hay escapatoria alguna—. Y como si le estuviera leyendo el pensamiento, el escorpión pendejo comentó al sabio conejo:

    ¿Los zorros comen escorpiones?
    Como lo sabes Pendejo… si despierta, tu serás el aperitivo y yo el segundo, tercer plato y los huesecillos que me queden el postre.
    Estamos perdidos pues… tengo que confesar que estoy cagadito de miedo.
    Pues poco nos va a ayudar el miedo Pendejo… temamos al zorro, pero no desesperemos. ¿Ves el cielo allá arriba?
    Sí claro que lo veo… está muy lejos. Yo he intentado escalar pero es imposible y que yo sepa los conejos no soy muy buenos escaladores…
    Cierto es... pues yo te digo, que ese pedacito de cielo es una señal, siempre hay una salida.
    Pues yo solo veo una salida… hacia el estómago del zorro.

   Pasaron unos largos minutos, quien sabe si los minutos se convirtieron en horas. El sol ya había desaparecido de la vertical del pozo y la luz entraba indirecta dejando en una incierta penumbra el espacio donde se encontraban el zorro listo, el sabio conejo y el escorpión pendejo. De repente, el zorro empezó a estremecerse, era la primera señal de que quizás ya hubiera recuperado el sentido tras la brutal caída… y para rebosar la intranquilidad de Sabio y Pendejo, además se estaba incorporando.
   El Listo zorro intentó sostenerse sobre sus patas, lo logró tras estabilizar su falta de equilibrio. Evidentemente estaba aturdido y muy inestable, parecía que se estuviera recuperando tras una borrachera. Sin pensar que estaba encerrado en un agujero, su primer instinto fue echar a correr, y la respuesta fue topar contra la pared del pozo y volver a caer desplomado… Pendejo no quería ver, seguía refugiado tras los pelos del conejo. Sabio en cambio no perdió ni un solo instante el interés por la escena… casi se echó a reír cuando el zorro se pegó el trompazo contra la pared del pozo, sino fuera porque se encontraba atrapado y a Mercer de sus fauces.

   El Listo zorro, tras el golpe sacudió su cabeza, se calmó y empezó a mirar en su estrecho entorno. Sabio reculó inmediatamente buscando la sombra como refugio mientras Pendejo le seguía en la corta trayectoria sin querer mirar. Sabía que todo intento de refugiarse era inútil, pero quería evitar un primer impacto. Esperaba que primero el zorro se diera cuenta de que ahora su prioridad era escapar de aquel agujero y no comerse de inmediato al conejo. El zorro observó la claridad del cielo allá arriba y de inmediato se dio cuenta que estaba encerrado… es más, su vista todavía no estaba adaptada a la penumbra, pero su fino olfato empezó a actuar para darse cuenta que allí no estaba solo.

   Sabio prefirió darse a conocer, antes que intentar escapar porque era evidente que eso era inútil.

    Zorro… soy el conejo que perseguías…ambos caímos juntos en este agujero.

   El zorro tuvo el instinto de abrir sus fauces para devorar al conejo… pero éste le detuvo hábilmente con sus palabras:

    ¡Espera, espera!... antes de comerme espera.
    ¿por qué he de esperar?
    Porque te llaman Listo…
    Es cierto, me llamo listo, ¿Cómo lo sabes?
    Vivo en los mismos parajes que tú, como no voy a saberlo.
    Bueno, eso no va a evitar que te devore…
    ¡No, espera!... además no estamos solos.

   Sabio dijo eso como una maniobra para despistarle, antes de que el zorro se abalanzara sobre él… claro que al verse delatado, Pendejo no pudo por menos que protestar:

    ¡He Sabio!… a mí no me metas, es a ti a quien quiere comer  el zorro.
    ¿Quién eres tú? — dijo el zorro—
    Pendejo, soy pendejo… y no te acerques si no quieres que te pique con mi aguijón… ¡que te pico, que te pico!
    Ja Ja… no serás el primer escorpión que coma… podría empezar contigo como aperitivo.

   Entonces el conejo se dirigió a Pendejo y luego al zorro en un ejercicio de hilaridad.

    Ves te lo dije… tú serás el primero Pendejo, luego vendré yo. Aunque… crees Listo que eso te va a servir de algo. Eso no va a evitar que al final tú también mueras de hambre y sed… Para nosotros el final va a ser rápido, pero tu muerte será lenta y dolorosa.
    Que más da, lo primero es lo primero…
    Entonces no haces honor a tu nombre… no eres tan listo.
    Soy Listo, un zorro y muy superior a vosotros, aquí mando yo.
    Está bien… tú eres listo, pero yo soy sabio.
     ¿Que intentas huir?... no puedes hacerlo conejillo.
    Claro que no puedo, ni tú tampoco.
    Bueno… pero antes podré disfrutar de dos sabrosos bocados, algo es algo…tengo hambre, voy a empezar por el escorpión.
     Ni te atrevas… si no quieres morir envenenado¡que te pico, que te pico!

   El zorro mostró sus fauces amenazantes a la altura de Pendejo, mientras éste intentaba defenderse con sus tenazas y la mortal pezuña de su cola. Sabio había logrado lo que pretendía, distraer al zorro. Observaba la escena de soslayo como si fuera el segundo actor… pero decidió erigirse de nuevo en protagonista, tenía una idea:

    ¡Espera, espera Listo!... antes de zamparte a Pendejo, escúchame.
    ¡Déjame en paz!... luego voy a por ti.
    Está bien, está bien… como quieras. No tenemos escapatoria, por lo tanto a qué tanta prisa.
    ¡Tengo hambre!
    Vale… tienes hambre, pero tu hambre puede esperar a que primero logremos salir de este agujero.
    ¿Qué quieres decir Sabio?… no tenemos escapatoria, lo acabas de decir.
    Es cierto… no tenemos escapatoria. Si nos zampas a los dos no tendremos escapatoria.
    No te entiendo…
    Tú eres Listo… si escuchas me vas a entender.

   El zorro se vio alagado en su soberbia y decidió escuchar al conejo antes de comerse a los dos… tenía razón su hambre podía esperar un ratito. Pendejo se vio momentáneamente liberado de la amenaza y bajó la guardia, mientras también se disponía a oír las palabras de Sabio.

    Está bien, escuchad los dos… si nos coordinamos podemos salir los tres de este  pozo.
    No me hagas reír, eso es imposible.
    Te equivocas Listo… quiero decir, que con tu estimable ayuda y la de Pendejo los tres vamos a salir de aquí.
    Pues ya me dirás como, sabiecillo… ya estás tardando en decirlo y si no me convences, que sepas que tú serás el primero para saciar mi apetito.
    Vale, de acuerdo…pero con una condición, si logramos salir, has de prometernos que nos dejarás marchar a los dos.
    Lo prometo… pero dilo de una vez.
    Los tres tenemos especialidades de cara a refugiarnos… tú eres fuerte y capaz de buscar una cueva, un hueco o de hacer una madriguera, pero no muy profunda. Pendejo es capaz de infiltrarse por cualquier espacio estrecho…pero solo yo soy capaz de hacer madrigueras de largo recorrido, porque soy vulnerable y he de tener varias entradas y salidas por si existiera alguna amenaza.
    ¿Y bien?
     Tú empezarás a abrir un hueco en diagonal hacia arriba, Pendejo valorará cual es el mejor camino para no tropezar con rocas… y yo seguiré elaborando una larga madriguera hacia la salida, luego es cuestión de que  tú ensanches el hueco para que te quepa el cuerpo, a la vez que retiras la tierra.
    Se puede intentar… pero si fracasamos que sepáis que no podréis evitar ser mi alimento.
    Vale… vale… que pesado… quiero decir, que está bien, de acuerdo. Si Pendejo lo acepta, yo también. Ningún problema, pero vamos a intentarlo, O.k.

   Sin más dilación y tras la primera intervención de Listo, Sabio empezó a escarbar la pared del pozo con la intención de ir hacia arriba. No tardó en encontrarse con dificultades… llamó a Pendejo para que explorase el terreno.

    Por aquí es imposible Sabio, esto está lleno de rocas…habrá que desviarse.

   El conejo buscó otras trayectorias, tubo que zigzaguear en horizontal varias veces,  hasta que por fin pareció que encontró el terreno óptimo para ascender. Primero tuvo que pedir a Listo que le ayudara a desplazar una roca de cierto tamaño… y tiró hacia arriba.

   Poco a poco, trabajando en equipo: con Pendejo haciendo prospección de la zona de ascenso, Sabio esmerándose en cavar y Listo ensanchando la salida a la vez que extraía con  sus patas la tierra, fueron superando la altura… hasta que por fin primero Pendejo y luego Sabio vieron la luz y pudieron salir al exterior. Ambos tuvieron la tentación de escapar para no tener que encontrarse con las intenciones de Listo, pero quien sabe si por curiosidad, o por mera solidaridad, decidieron esperar al zorro.

   Listo también vio la luz que anunciaba la salida, y peleaba por sacudirse los últimos tramos de tierra. Estaba nervioso y sus movimientos eran bruscos, había dejado tras de sí un importante boquete del tamaño de su cuerpo. Sabio, hábilmente había trazado una ruta en absoluto vertical, sino buscando diagonales que permitieran un cómodo y paciente ascenso. Primero tuvo que encontrar en plano y horizontalmente el mejor terreno para excavar con la inestimable ayuda de Pendejo… Si digo esto, es porque como consecuencia de la escapatoria, en terreno adyacente al pozo había quedado bastante agujereado.

   Por fin Listo consiguió asomar la cabeza…Sabio y Pendejo lo observaban expectantes. El zorro, apunto de salir del todo, les habló.

    Será mejor que os larguéis, para que no me arrepienta… sigo siendo un zorro y tengo más hambre todavía después del esfuerzo. ¡Venga…largaos de una vez!

    Ya lo has oído Pendejo… vámonos, Listo no es de fiar.

    Yo me meto debajo de la primera piedra que encuentre… ha sido un placer conocerte… y gracias por todo.

    De nada… yo me voy a buscar la madriguera, prefiero aguantar la sed y descansar, mañana será otro día.

   Como os dije al principio… “Nadie sabe lo que es el destino, pero aquel profundo agujero realizado por Enam y sus hijos con la intención de encontrar agua, había alterado el paisaje y quien sabe si el orden de las cosas”…mejor dicho, de algunas cosas, porque existen otras que parecen imposibles de cambiar.

   Al día siguiente, se diría que por el interés de volver a comprobar su obra baldía, Enam orientó sus pasos hacia el pozo…faltaban poco para llegar, cuando percibió en el aire un signo de humedad nada habitual. Cual fue su sorpresa, cuando comprobó que en el fondo del pozo había agua… es más, la fina y transparente lámina del líquido elemento se encontraba a tan solo dos metros de la superficie… ¿que habría pasado?

   No muy lejos de allí… Listo vio a Sabio y se dispuso a perseguirlo… Con habilidad el conejo pudo burlar al zorro y esconderse en su madriguera. Mientras tanto, el escorpión observaba la loca carrera, hasta que una pequeña musaraña curiosa le distrajo…Se puso en guardia con sus tenazas y elevando el aguijón de su cola amenazó al pequeño roedor: —No te acerques que te pico, que te pico, no te acerques”—. La musaraña murmuró:- antipático, siempre serás un pendejo-.

   En aquel árido paraje de arena y roca, algo parecía haber cambiado… ¿O no?

                                                                                                      FIN







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