jueves, 7 de agosto de 2014

Meditaciones al alba: El eterno viaje de la sabiduría

Un día, pensando en la célebre frase que recogió Platón de la boca de Sócrates: “Solo sé que no se nada”, se me ocurrió la idea gráfico—metafórica de la sabiduría. Cierto, muy cierto que el hombre sabio es el más ignorante de todos, de ahí que no le quede más remedio que reflejar la humildad tanto en su obra como en sus actos.


Imaginemos un  punto de partida, donde el ser humano con criterio propio e ideas autónomas empieza a tener conocimiento y a preguntarse: ¿Dónde estoy, de donde vengo, a donde voy?  Esto sería el inicio de la sabiduría, el vértice de una infinita y abierta proyección cónica. A medida que vamos avanzando desde ese vértice, se va ampliando nuestro conocimiento. Seguimos avanzando y el conocimiento continua ensanchándose, tal es así que llega un momento que la fuente del conocimiento se hace inalcanzable porque la proyección resulta infinita. Es ahí cuando el hombre sabio se detiene y reconoce su ignorancia, a pesar de lo mucho que ha avanzado.


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