sábado, 9 de agosto de 2014

Relato: La estela del enamoramiento

Sucedió un día sin saber como ni porqué. Me encontré con una figura serena y quieta. Su cabello moreno se confundía con el fondo de un abrigo nuevo y oscuro. Estaba sentada en la parada de un autobús que no esperaba y fumaba despacio un cigarrillo. Las piernas cruzadas y la mirada perdida en los recuerdos. Yo me acerqué a ella con alegría; poco sabía de su vida, pero mi mirada ya se había cruzado con su figura hacía ya tiempo en un tren, y esa figura había llenado mi corazón de sensaciones atrayentes y cálidas.

La vida pasa al igual que pasan las horas de los días, pero jamás me olvidé de ella. Cuando la recordaba, notaba una estela que me acercaba a un calor suave como un amanecer de verano y también una cierta añoranza que provocaba en mi pecho un leve cosquilleo.


 Y ahora una vez acomodado a su figura, cuando voy en busca de su sonrisa, me dejo arrastrar por la misma estela de colores que me llevará a la mar calmada donde está ella. Entonces escucho sus palabras, tomo su mano, abrazo su cuerpo, beso sus labios... y respiro ese calor, que me envuelve en una bruma plácida llena de perfumes agradables... En esos momentos tan llenos de paz y de ternura el tiempo parece dejar de existir,  pero él no tarda en mostrarse veloz y despiadado para exigir la distancia.   La dejaré, pero no voy a permitir que la luz, la calma y la plácida serenidad me abandonen… Sí, dejaré que su figura vaya a descansar lejos de mi cuerpo, y yo marcharé a mi lugar con su perfume, mientras observo a esa cálida bruma recogerse en un hueco de su corazón… Ya más calmado, noto como me acompaña una estela, la misma estela que hacía estremecer mi pecho cuando la recordaba. La misma estela que guiará mis pasos de nuevo a su figura.

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