Vosotros que decís ser los sabios,
que poco sabios sois si lo creéis.
Gobernáis sin ojos que sepan
mirar,
sin oídos que prefieran escuchar,
sin sentido en
vuestro frío andar.
Cortáis
en seco la esperanza
y anuláis a quien
sabe caminar.
Y os creéis que todavía sois sabios...
que vosotros solos
lo podéis arreglar...
con ideas tan torpes
y mentiras...
No... sois unos cínicos, o sois locos.
Las armas no garantizan la paz,
las armas matan al
poderse disparar.
Las armas son un negocio cruel,
que hasta a vosotros
puede anular.
A quien pretendéis engañar...
Despilfarráis la
energía de la vida,
dejáis morir a
vuestro vecino,
de la misma Tierra
que os vio nacer.
Más
tarde o más temprano,
también os
pudriréis, es vuestro sino.
Porque no despertáis de tal error...
las armas destrozan
el futuro,
amenazan la paz, no
son camino.
Sois unos cobardes sin sentido,
incapaces de vencer
al hambre,
de impedir la miseria
en este Mundo.
Y eso no se hace con mentiras,
ni con armas que
destrozan la armonía.
Eso se hace con valor, con ilusión,
con mucho coraje y
ferviente ardor.
Y no lo tenéis, solo sabéis hablar,
solo sabéis anular y
engañar.
Sí... vais a morir con vuestro imperio,
hecho de muerte y de
asco.
Aunque muera la tierra por un momento,
la vida no se anula
por vuestro fiasco.
Quien elige la vida y el respeto,
no precisa de las
armas imperiales,
ni tampoco necesita
defender,
con las armas, las
paces irreales.
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