Cierto es que unos cuantos años no son
suficientes para cambiar aspectos de nuestra sociedad… y la verdad, es que
cuesta evolucionar.
Me
apetece contar una anécdota que viví hace ya un tiempo, en mis años mozos, y
que corresponde a un buen amigo de aquella época, recién licenciado en la
carrera de periodismo y que ocurrió cuando él estaba de becario en un periódico
local.
Sucedió que un día tuvo un lamentable
accidente de moto, que le llevó a quedar postrado casi dos semanas en un
hospital. Cuando salió, estuvo dos meses en rehabilitación. Tras tres meses de
baja, volvió al periódico a ejercer su función de aprendizaje. Nada más llegar
tuvo una conversación con su tutor, que era nada menos que el redactor jefe. Mi
amigo le rogó que le dejara escribir
como noticia el buen trato que recibió de todos los aquellos que le atendieron,
desde las enfermeras y médicos en el hospital, hasta los rehabilitadores. El
entendía que era necesario realzar esos aspectos, que la sociedad necesitaba
saber que estaba protegida por gente muy digna en el ejercicio de su profesión.
El redactor jefe se le quedó mirando… tras unos largos segundos sin hablar le
dijo a mi amigo — “Muy loable tu
intención, pero estás aquí para aprender. Esa noticia no vende muchacho” y a
continuación, le indicó que acompañara a uno de los redactores a cubrir la
noticia de un posible asesinato.
Tras recordar esto, siento algo de pesar al
entender que aún hoy en día, lo digno sigue sin ser noticia y que lo escabroso
si lo es. Por lo que me siento en la obligación de agradecer a los que en
silencio consiguen gritar a los cuatro vientos, que son ellos los que en
realidad sostienen a la sociedad por actuar simplemente con decoro.
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