Suenan los días
que anuncian el recuerdo
de un otoño pasado.
Desde aquel día
mi vida es primavera
recogiendo los frutos
de tu querida presencia.
Ahora, respiro tranquilo
solo deseando el flujo
de un bienestar sin lujo.
Ya no paso frío…
al abrigo de tu calor.
Si estoy triste…
me arrimo a tu candor,
y mi alma se alegra
al ver tu color.
Ya se que no soy perfecto,
pero eso no quita…
ni un gramo de mi afecto.
Que nunca a tus pies le falten
al alba una caricia,
ni a tu cuerpo…
el peso de un abrazo,
ni que tus labios olviden
el roce de un dulce beso.
Que gozo vivir contigo,
envejecer contigo,
sin olvidar la esperanza
de que nunca…
nos falte un abrigo
ni la voz, de un amigo.
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