Pedrafosca,
segunda semana del mes de Diciembre, 2015
...Aquella
mañana me desperté temprano, dejé que saliera el sol tras romper la niebla y me
encaminé como casi siempre a comprar el periódico que todos los días depositaba
una camioneta en el bar del pueblo. Con él debajo del brazo, continué caminando
por las estrechas callejuelas con la intención de leerlo relajadamente en la
terraza de mi casa, cuando me encontré casi de bruces con uno de mis vecinos…lo
saludé como es costumbre pero esta vez sin detenerme, no tenía ganas de hablar
con él, lo conocía de sobras… Me extrañó su actitud un tanto hosca al dirigirse
a mí con unas palabras que enseguida detecté que no eran bienintencionadas.
— Que Roberto…
¿hurgando en la mierda?
— Perdona…
— Deja en paz
al foraster… deja que se muera tranquilo y no le toques más los cojones.
— Perdona
Eugeni… ¿a que se deben tus palabras?
las encuentro totalmente fuera de tono.
— No te hagas
el longuis… todo el pueblo sabe lo que estáis haciendo esa concejala hyppie y
tú.
— Y que es lo
que estamos haciendo según tú y el pueblo.
— Pues lo que
ya te he dicho, hurgar donde huele mal.
— ¿Y digo yo?…
¿acaso sabes tú de primera mano lo que estamos hurgando?
— No hace
falta… es lo que a mí me han dicho.
— Ya… ¿y quien
te lo ha dicho?... ¿si se puede saber?
— Esta en boca de todos…
— Claro… está
en boca de todos, pero nadie sabe a ciencia cierta lo que estamos haciendo.
— Mira
Roberto… este pueblo es muy viejo, aquí estamos los de siempre, es nuestro
pueblo… aquí se sabe todo… y te voy a decir una cosa, no vamos a permitir que unos
cuantos forasteros lo estropeen.
— Pero… ¿que
es lo que se puede estropear según tú…?
— Mira, deja
las cosas como están… vale.
Y Eugeni,
haciéndose el airado, como si lo que supuestamente estábamos realizando con Lucía
fuera con él, siguió su camino… Claro que haría bien en explicar quien es
Eugeni… “culo y mierda” con algunas de las fuerzas vivas del pueblo, los
considerados herederos del destino, los únicos, parece ser, con derecho divino
de ser merecedores de vivir en el pueblo… y a los de fuera ni una “perrica”
como decía mi abuelo…Claro que no deja de agradecerse que Eugeni haya hablado,
por lo menos lo ha hecho, porque habría que ver las miradas, algunas de claro desdén,
que de tanto en tanto me dirigen más de uno… lo que no acabo de entender es
porqué a estas alturas tienen miedo a lo que Paco me pueda dejar que transcriba
en ese artículo que aun está por ver si saldrá o no.
A la
primera oportunidad que tuve, busqué hablar con Lucía sobre el desaire del
vecino. Ella estaba comprando en la panadería del pueblo cuando la vi.
Al salir de ahí, decidí acompañarla un trecho sin
importarme que todos observaran que estábamos caminando juntos.
— Sabes Lucía…
me acaba de pasar esta mañana una circunstancia harto curiosa, o desagradable
de escuchar, no se como clasificarla… al tal Eugeni, parece ser que le han
silbado a los oídos una serie de impertinencias sobre el trabajo que estoy
realizando… y me pregunto cual será el alcance real del cuchicheo…
— No… si ya me
parecía a mí que algo se cuece en el pueblo… y creo saber la razón…
— No te acabo
de entender Lucía…
— Verás,
cometí la torpeza de dejar tu escrito en el ordenador del ayuntamiento, estoy
segura que alguien lo leyó… lo que no me explico es la enjundia que pueda haber
generado ese contenido porque nada malo de nadie se explica ahí.
— Cierto…
— A no ser…
que se haya filtrado el hecho de que el escrito no está acabado y que es
posible que falte añadir algo…
— Y eso, ¿como
es posible que haya calado entre la gente…?
— No se si
calificarlo de impericia mía Roberto, pero yo he llegado a comentarlo en una de
las reuniones del ayuntamiento mientras preparábamos el pleno de este mes.
— Ya, y eso ha
generado una serie de suposiciones, claro.
— Pudiera ser…
— No tendrá
que ver con esos datos que incluía sobre la experiencia de Paco en la Guerra Civil y la forma en que
él ayudó a los fugitivos en el monte… si es así no lo acabo de entender, esas
historias fueron muy normales que ocurrieran en esa época.
— Normales o
no, suponen una clara inclinación en la voluntad de Paco, y por supuesto que
eso da pie a muchas especulaciones sobre lo que él sabe y nosotros pudiéramos
relatar…
Al doblar
una esquina, me despedí de ella y cada cual siguió su propio camino… Lo que me
temía, ya no es que pudiera ser que hubiera entrado en un terreno resbaladizo,
es que me había metido de lleno en él. Justo cuando se despiertan las malas
conciencias, es cuando se hacen más peligrosas las relaciones. En fin… es lo
que hay y no lo vamos a cambiar, como tampoco voy a cambiar ni un ápice la
historia, la verdadera historia de Paco si el me autoriza a publicarla...
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