Nuestra
existencia, se basa en toda una serie de causas, que genera una experiencia
acumulada a lo largo de los años. Partiendo de esa interesante base, somos
capaces de desarrollar un criterio propio.
Pero…
y no podía faltar esta palabra, lamentablemente no siempre es así.
Acostumbramos a dejarnos llevar por secuencias que nada tienen que ver con
nuestro propio criterio. Ahí entran los medios informativos, agentes de
comunicación, opiniones ajenas, etc. Esta costumbre nos condiciona al servicio
de los otros y nos resta libertad. De ahí surgen las falsas interpretaciones,
las insidias, los malos “rollos”, la manipulación, etc.
Cuando
alguien desarrolla un criterio propio y se atreve a manifestarlo, se enfrenta a
dos consecuencias. La primera, que sea rechazado por los que se consideren
aludidos y contraataquen pero no siempre de frente. La segunda, que simplemente
se encuentre cara con cara con otro criterio propio. Es fácil, que de ahí surja
un debate, posiblemente constructivo. Nadie tiene la razón eterna ni la verdad
absoluta.
Por
cierto, la palabra “Criterio”, proviene del Griego y su significado es “Norma
para conocer la verdad”… No parece nada malo pues tener el valor de desarrollar
el criterio y hacerlo propio, siempre estaremos más cerca de la verdad.
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