Cuenta la leyenda que en un reino muy
lejano, había un rey con un hijo muy ufano. El hijo aún niño, del capricho hizo
un dicho: “Todo lo que quiero lo tengo y
lo que tengo es mío”
Pronto el rey se dio cuenta de que la
reina no estaba, nada contenta: “Tengo un
hijo egoísta y eso me despista”
dijo la reina al rey.
El rey mandó llamar a un sabio porque a
la reina quería calmar. Dijo la reina al sabio: ¿Qué puedo hacer con mi
hijo? Y el sabio dijo: “Se aprende
caminando”
El sabio preguntó al niño: ¿Qué más quieres que no tengas?... y no te contengas. “Quiero la luna”. ¿Por qué? Dijo el sabio. “Es
que solo hay una”, contestó el niño con resabio.
Y tras la luna marcharon el niño y el
sabio porque sus padres, así lo quisieron… Vieron la luna sobre el desierto y
tras la luna fueron con poco acierto. Casi muertos de sed sobre la arena, se
dejaron caer sin tener la cena.
Entonces el sabio al niño preguntó: ¿Qué es ahora lo que más deseas? Y el niño contestó: “Agua y comida, por lo que más sea”
Y de repente en el horizonte un hombre
y su camello aparecieron, y el agua y la comida presente se hicieron.
Cuando el niño se hubo saciado, aún la
luna quería el muy resabiado… Dejaron el desierto y buscaron una montaña para
desde arriba coger la luna.
Lejos de su cuna, mucho frío ellos
padecieron, aunque estaban muy cansados, resistieron. Y entonces el sabio al
niño preguntó: ¿Qué es ahora lo que más deseas? “Tener un abrigo
por lo que más sea”
De pronto apareció un pastor, que al
verlos refugio y abrigo les brindó… Cuando el niño se hubo confortado, aun la
luna quería el muy resabiado.
Dejaron la montaña y buscaron el mar
para desde el horizonte coger la luna, pero allí no tuvieron fortuna. Perdidos
en la inmensidad, sin brújula, fueron náufragos sin una ínsula.
Entonces el sabio al niño preguntó: ¿Qué es ahora lo que más deseas? “Llegar a tierra por lo que más sea”.
Ocurrió que avistaron un barco y este barco les salvó. Cuando el niño en tierra
se hubo calmado, dudó en ser tan resabiado.
Y es entonces cuando el sabio dijo: ¿Aún deseas la luna? Y el niño contestó:
“La luna solo es una pero ya no la quiero”. ¿Y que quieres? Pronunció el
sabio.
“Por
fortuna quiero a mis padres, tener comida y abrigo junto a mi cuna… y sobre
todo una brújula que me oriente, quiero ser un sabio incipiente para ayudar a
quien quiera la luna”.
FIN
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