martes, 12 de junio de 2018

Meditaciones: Los abuelos y padres ante la era virtual"


Que decir que no se haya dicho… pensar en como fue antaño nuestra infancia, cuando no existía nada virtual. Lo más parecido era la radio y posteriormente allá por los años  50 y 60 del siglo pasado la tele en blanco y negro, con tan solo una cadena. ¿Que hacíamos los niños?, pues jugar principalmente en la calle de los pueblos y ciudades, donde el tráfico era exiguo. Nada de lo que hacíamos era virtual, nada. Cierto que a veces jugábamos a guerras y como mal  mayor más de uno recibió una pedrada. No recuerdo otro tipo de violencia, que siempre se arreglaba haciendo las paces entre una u otra pandilla. Todo lo demás era puro ejercicio de imaginación, pero no voy a insistir en explicarlo, no es relevante para lo que intento indicar.

Pasa el tiempo y llegamos a ser abuelos, tuvimos hijos que ya empezaron a tantear de niños el mundo virtual, y luego llegan los nietos en plena era virtual. Con tan solo tres años los he observado manejar móviles y tabletas, con diez años ya se instalan en el mundo de Internet y juegos online con suma facilidad. Y es aquí donde me preocupo: juegan a destruir y a eliminar vidas virtuales, se enfadan cuando algo no les sale bien, se vuelven adictivos y  manifiestan signos de agresividad, ya sea contestando o enrabietándose con los padres.
En una investigación se descubrió que en el 79 por ciento de los videojuegos su tema central es sobre violencia de algún tipo. Tras estudios hechos por Institute of Psychology, University of Innsbruck, Innsbruck & Austria comprobaron que al jugar videojuegos con un grado de violencia, ya sea en línea o partidas locales, los individuos reaccionan a estímulos y emociones de agresividad  por periodos de corto tiempo. Cabe mencionar que aquellos que jugaron en línea mostraban más niveles de agresividad, lo que nos da una prueba clara de que este tipo de videojuegos  sacan a relucir  actitudes que pueden llegar a ser preocupantes. Este tipo de videojuegos, consigue que los niños se vean afectados en su grado de conocimiento primario,  provocando emociones proclives a percibir la violencia como algo normal.

¿Y que podemos hacer padres y abuelos ante esta circunstancia?… pues simple y llanamente mostrarles con nuestros actos que el afecto, el cariño, el cuidado, la consideración, los diálogos no son virtuales, sino reales. Ellos no lo suficientemente inteligentes como para captarlo. 


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