— ... No se papá, no podemos enfrentarnos a ellos.
— Pero sí despistarlos… Tiremos esa piedra en dirección
contraria hacia donde van.
Bruno lanzó
una piedra de mediana dimensión que causó un cierto estrépito entre el follaje.
Los hombres armados se pararon en seco. Hicieron gestos de permanecer callados
y dos de ellos se adentraron en dirección al sonido. Al rato volvieron para
comentar:
— Será algún animal…
— Puede ser… permanezcamos alerta por si acaso.
— Esta bien, sigamos
hacia la encrucijada…
Bruno se
tiraba de sus cabellos rizados. Casi histérico se dirigió a su padre.
— No ha resultado… siguen hacia allí. Las van a descubrir.
— No si saben permanecer calladas.
Decidieron
seguir a los hombres armados sin perder la distancia, procurando no hacer ruido
al caminar y confiando en que éstos se desviaran de la ruta, o llegado el caso
que no se les ocurriera mirar dentro de la barraca. Para evitar que sus pasos
fueran detectados decidieron desviarse por otra senda que daba al mismo lugar.
No les quedaba otro remedio que rezar para que tanto Tamara como Maia supieran
captar el peligro y permanecieran en completo silencio. Iban a tardar un poco
más en llegar pero no les quedaba otra opción, nada estaba en sus manos.
Cuando por fin
llegaron a la altura de la encrucijada oyeron voces que les alertaron.
Provenían de los hombres armados que estaban allí conversando en forma
distendida. Nada parecía indicar que tanto Tamara como Maia hubieran sido
localizadas. Siguieron observando los sonidos, quietos y callados entre la
espesura del bosque. De repente y ante su sorpresa oyeron la voz de Tamara
claramente distinguida… Sejo se puso las manos a la cabeza a la vez que dirigía
una mirada a su hijo llena de preocupación.
— Dios mío… las han visto.
— ¿Qué hacemos papá?
— No lo se, no lo se hijo…
Se encontraban
paralizados, impotentes, sin saber que hacer. Tardaron unos largos segundos en
reaccionar. Bruno hizo un ademán para adelantar la posición, pero entonces Sejo
le agarró por la camiseta y lo paró en seco.
— Espera, espera… prestemos atención, intentemos escuchar que
pasa ahí.
Los sonidos
llegaban un tanto amortiguados por los obstáculos que existían entre ellos,
pero aún así se podía apreciar el tono de las palabras. Tamara hablaba… pero no
percibían en ella signos de tensión. Los hombres le contestaban y no daba el
aspecto de que lo hicieran con agresividad. Necesitaban visualizar la escena y
por eso decidieron acercarse lo más que pudieran. A una treintena de metros, en
la vertical de la cruz junto a la barraca, y desde un pequeño promontorio entre
los árboles, se encontraron observando la escena… Lo que vieron les asombró y a
la vez les tranquilizó por completo. Uno de los hombres parecía jugar con Maia,
otro de ellos estaba hablando con Tamara y los otros dos conversaban entre sí
señalando con sus dedos una dirección
entre el bosque. Fue entonces cuando a Sejo encontró cierta lucidez para
entenderlo todo.
— Por todos los demonios, hemos estado tan crispados por un
posible peligro, que no nos hemos dado cuenta de quienes son esos hombres.
— ¡Por todos los…! tienes razón, el que habla con mamá no
es…Drope, y el que juega con Maia es Juanma, a los otros dos no los conozco.
— Uf… si esos dos son un peligro yo soy bombero en vez de
biólogo. Vamos abajo hijo, seguro que tienen muchas cosas que contarnos.
Como dos
fantasmas esperados, padre e hijo aparecieron en el claro desde la espesura. Lo
primero que hicieron fue abrazar a sus amigos y saludar a los dos desconocidos.
—Tamara había reconocido la voz de Juanma
y no tardó dos segundos en salir del refugio para identificarse. Amigos desde
la niñez, sus familias eran autóctonas de Ramu, en la pequeña escuela del
pueblo estudiaron hasta la adolescencia para luego continuar los cursos
superiores en la población cercana de Sareman. Después desviaron sus caminos
para estudiar ella medicina y él ingeniería. Drope nativo de Ramu era hijo de una masía cercana,
cultivaba viñas y también formaba parte de la pandilla de amigos. Todos ellos
desarrollaron su juventud entre sus diferentes formaciones y las montañas de
Ramu. Habían logrado crear un fuerte nexo, que solo las circunstancias de los
últimos años lograron separar —. Tras el breve conciliábulo, tomaron las
mochilas y se dirigieron senda abajo hacia el pueblo. Drope puso el hombro
sobre su amigo Sejo mientras le hablaba:
— Os creíamos muertos… como muchos de los que hace tiempo no
sabemos nada.
— Estamos vivos de milagro, aunque yo no lo diría así… los
milagros siempre tienen que ver con la voluntad de seguir existiendo.
— Te entiendo… lo que está pasando en el pueblo también parece
un milagro.
— Ya lo he visto, por lo menos una parte. Seguro que tienes
mucho que ver con la recuperación de las fajas de cultivo y con las balsas.
— Bueno ese es mi trabajo, pero no estoy solo en eso. Ni te
imaginas lo que se mueve en el pueblo.
Entonces Sejo
dirigiéndose a su otro amigo, le comentó lo que le pareció haber visto.
— Por cierto Juanma… todas esas parábolas que se ven sobre los
tejados no serán…
— Son… captadores de energía solar. Nos ayudan a paliar el
problema energético, al igual que ciertos molinos de viento.
— Por cierto… ¿Cómo es que está tan limpio de broza este sector
del bosque?
— Forma parte de un programa para obtener biomasa.
— ¿Biomasa?
— Ten paciencia… todo lo entenderéis en poco tiempo.
— ¿Y que demonios hacéis andando por aquí armados?
— Hoy nos toca formar
parte de una de las patrullas… debemos vigilar los contornos del pueblo para
evitar que lleguen “indeseables” como vosotros… aunque hace ya tiempo que eso
no ocurre, ahora todo está tranquilo, quizás demasiado tranquilo.
— ¿Qué intentas decir Juanma?
— Nada… ya tendremos tiempo de hablar.
— Vale, vale… por cierto, supongo que la voladura de la
carretera y la ocultación de las sendas tiene que ver…
— Con lo que supones… Al principio llegó mucha gente. Tardamos
tiempo en organizarnos. Más tarde observamos que demasiada proliferación podría
ser fatal, no nos quedó más remedio que dificultar los accesos, de tal manera que solo llegaban aquí los que como
vosotros conocían el terreno a la perfección. Eso ocurrió durante dos años y
medio… pero hace como ocho o nueve meses que todo parece que está acabado. Ya
debemos ser un pequeño reducto entre la nada… En ese sentido, vosotros tendréis
mucha mejor información de lo que ocurre
allá afuera...
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