...
— A este chico
le pasa algo…
— No te
preocupes Sejo… no parece nada grave.
— Ya…
Bruno se tumbó
sobre la cama con las manos bajo su nuca y la mirada perdida en el techo.
Carlos acababa de llegar a la habitación, observó a su compañero y también
captó algo extraño en su comportamiento.
— Ey tío,
despierta…
— Qué…
— Parece que
estés en una nube… ¿Qué tal ha ido la patrulla?
— Bien… muy
bien…
— Parece que
algo te ha afectado…
— Si tío, sí,
estoy muy afectado.
— Desde luego
que estas afectado…
— Carlos,
¿conoces a Louise?
— Louise… claro.
Es algo feilla pero por lo menos es simpática.
— Quia… de feilla
nada, esta muy bien.
— Contra gustos
no hay nada escrito… nada escrito. Que descanses Bruno, y procura no desgastar
la pared con tu mirada.
— Anda apaga la
luz… buenas noches Carlos.
Le costó
dormir esa noche, pero al final el cierto cansancio que llevaba le ayudó a
conciliar el sueño. Amaneció y tras despertar Bruno acudió al comedor donde se
encontró sólo con Carlota que estaba desayunando. Morena, de cabello largo y
liso, exuberante y de fuerte complexión,
era una muchacha de pocas palabras. Durante las escasas semanas que llevaban en
Ramu, Bruno había tenido nulas oportunidades de hablar con Carlota. Amablemente
le ofreció parte del desayuno que ella había preparado y sin pretenderlo, ambos
se vieron enfrascaron en una conversación.
— Hola Carlota,
hemos tenido poco tiempo para conocernos…
— Sí, y eso que
compartimos la misma casa.
— ¿Qué es lo que
haces en Ramu?... ¿Tiene que ver con tus estudios de derecho?
— De alguna
manera sí…
— Vale… ¿pero
que haces, que función realizas en Ramu?
— Estoy en la
comisión de ética…
— Comisión de
ética… ¿Qué es eso?
— Verás… Ahora todo está más en orden, pero al
principio de la organización hubo muchos
problemas…
— Lo supongo…
¿Qué tipo de problemas?
— Sobre todo de
convivencia… costó regular el proceso y entender que la organización iba a ser
muy diferente a lo que hasta el momento todo el mundo habíamos vivido.
— Habrían muchos
debates…
— Los hubo…
— Bien… ¿y tú,
que misión tuviste en todo ese proceso?
— Se crearon
diferentes comisiones, para ocuparlas se buscaron personas con los perfiles
adecuados. Mis estudios de derechos me llevaron a la comisión de ética donde
estoy.
— ¿Y que tipo de
trabajo haces?
— Se estudian y
analizan las quejas recibidas y se traspasan si procede a las asambleas…
También se valoran los informes negativos recibidos de las diferentes
agrupaciones de trabajo.
— ¿Dame un
ejemplo?
— Supón que
alguien se excede en la petición de comida, por ejemplo. Como todo queda
registrado al final acaba por notarse ese exceso. Entonces se suele llamar la
atención a ese tipo de personas.
— Y…
— Pues nada, que
el problema se corrige de la manera más natural.
— Vale, eso es
ahora que todo parece estar en orden, pero ¿Y antes?... Cuando existían esos
problemas de organización, ¿Qué decisiones tuvisteis que adoptar?
— Creo que sé a
donde quieres ir a parar… Hubo momentos en que se tuvieron que tomar decisiones
drásticas…
— ¡Drásticas!...
no me dirás que os cargasteis a la gente.
— No… no se
llegó nunca a eso. Pero hubo una clase de individuos muy recalcitrantes que no
se supieron adaptar al proceso, iban por libre sin ningún sentido de la
colaboración… y al final se tuvo que tomar una decisión con ellos...
— Continúa…
— Fueron expulsados
del sector.
— Expulsados del
paraíso… ¿es eso?
— Si a esto le
llamas paraíso…
— Bueno,.. se
puede entender la decisión. Esto es un paraíso comparado con la locura de ahí
afuera… Pero no me parece una decisión muy inteligente la que se adoptó en su
momento con esa clase de gente.
— Te pillo
Bruno, se lo que piensas… y esa decisión fue muy debatida.
— Me parece
obvio… Unos malos tipos en el exterior con el conocimiento que tienen del
lugar. Tarde o temprano pueden convertirse en una amenaza.
— Y que querías
que hiciéramos, matarlos…
— No lo sé… es
una decisión difícil.
— La violencia
engendra violencia… eso hubiera sido peor, mucho peor y un mal ejemplo para la
clase de convivencia que intentábamos desarrollar. Toda decisión drástica tiene
sus riesgos… Con ese tipo de gente se intentó un montón de cosas y ninguna
funcionó. Al final se tuvo que adoptar una decisión de fuerza, su expulsión del
lugar.
— ¿Nunca más
volvieron?
— Alguno lo
intentó, pero no se le permitió la entrada al sector… Por eso se crearon las
patrullas de vigilancia y reconocimiento, para evitar la entrada de
indeseables, como les llamamos.
— Me parece muy
chungo el problema. Alguno de esos tipos tarde o temprano pueden aparecer por
aquí organizados para robar o algo peor… ¿No habéis pensado en eso?
— Claro que se
ha pensado en eso… y en muchas cosas peores. Pero llega un momento en que se
deja de pensar, ya no te preocupas sino que simplemente te ocupas de sobrevivir
un día más y de mantener el orden y la cordura… Llevas muy poco tiempo aquí, al
final lo entenderás.
— No eres la
primera persona que me dice eso… Os veo a todos muy resignados con la suerte
que padecemos.
— Si se te
ocurre alguna idea…
— Ya lo sé, lo
expongo en la asamblea de sector… entiendo como funciona todo esto.
— Entonces, no
tardarás en quitarte de encima esa especie de estigma de rebeldía que tienes.
— No soy un
rebelde… Colaboro en todo lo que puedo y se me designa, y pienso aportar todas
las ideas que tenga. No me voy a desmadrar… entre otras cosas porque no tiene
sentido hacerlo.
— Buen chico…
— Que
graciosilla…
Carlota aportó
cierta dosis de ironía en sus palabras. Sonrió, se secó los labios con una
servilleta y sin más se levantó de la mesa para despedirse de Bruno con una
sonrisa. El se quedó un rato meditando mientras masticaba un trozo de pan.
Había algo en el orden de Ramu, que todavía no alcanzaba a entender...
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
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