lunes, 5 de enero de 2015

Novela "Pueblo de Ramu" (Parte 39)


Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
 Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/37 - (Diciembre) Parte 38 (Enero)
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¿En que va a consistir la reconstrucción del orden?

—   Excelente pregunta… no esperaba menos de ustedes. Primero de todo, debemos inspeccionar el pueblo. Si tienen armas deberán ser requisadas. Tenemos orden de instalar un puesto aquí mismo. Un escuadrón de veinte hombres al mando de un oficial serán los encargados de protegerlos. Pueden seguir con sus quehaceres con normalidad. Si necesitan víveres o medicinas se les suministraran. Necesitamos identificar a la población… nada más que para obtener un registro de supervivientes. Una vez tengamos todos los informes requeridos, llegará un comité del gobierno para instaurar las reglas que habrán de regir… pero todo eso llevará su tiempo. Mientras tanto sigan con normalidad… ¿Ha quedado claro… alguna otra pregunta? 

— No sabemos si todas estas normas van a se aceptadas por el pueblo…

— No tienen otro remedio… lo contrario podría ser interpretado como una rebelión, y en consecuencia ustedes serían responsables de lo que pudiera ocurrir.

— ¿Y que podría ocurrir?

— No adelantemos acontecimientos… ¿no le parece?

— Mire usted Teniente Coronel Gregori… Tenemos que insistir en el hecho de que durante estos últimos años no los hemos necesitado para nada, ni hemos recibido ningún tipo de ayuda por parte del gobierno ni del ejército. Mientras aquí nadie sabía de ustedes, nos hemos tenido que organizar hasta crear un pueblo entendemos que modélico en su función. Hemos tenido que crear nuestro propio sistema de orden social y ha funcionado… No necesitamos  que nadie nos imponga un nuevo orden.

—  Creo que no entienden nada de lo que está pasando en el Mundo…

—  ¿Está usted seguro de eso Sr. Teniente Coronel?

— Este pueblo pertenece a la nación… por lo tanto no les va a quedar otro remedio que aceptar sus leyes.

—  ¿Y donde estaban sus leyes y su orden durante estos últimos años…?

—  Dejemos de chácharas… soy un oficial del ejercito y recibo órdenes. Ya he dicho todo lo que tenía que decir.

— Nosotros no hemos dicho la última palabra…

— Está bien… escucho.

—  Recogeremos sus normas, por escrito… las someteremos a la voluntad del pueblo y recibirán una respuesta. Necesitamos un par de días para evaluar. Mientras tanto, le ruego que mantenga a su ejército fuera del recinto del pueblo. No necesitamos que nos protejan, no encontramos razón para ello.

—  No soy yo quien ha de decidir… recibo órdenes. Tendrán una inmediata respuesta.

    Gregori se levantó dando un golpe con la mano en la mesa. Lo hizo de una manera controlada, sin hacer demasiado ruido, pero denotando con ello su contrariedad. Salió raudo de la estancia, hizo un gesto a sus subordinados y todos marcharon en los vehículos hacia donde les esperaban el resto de la unidad. Los tres representantes del pueblo observaron la escena sin perder la compostura, se mantuvieron sentados.

  Que se pensaba ese tipo, que íbamos a claudicar tan fácil.

—  Bueno… hemos parado la primera embestida, pero no será la última.

— Bien… esperaremos. No tardará en llegar la respuesta. Como siempre ha sido, no es el ejército el peligro para la paz, sino los que dominan los ejércitos y usan su fuerza para ocupar y destruir si es preciso. Los que organizan los desastres no muestran su cara, envía emisarios y se mantiene al acecho.

    Gregori se introdujo en la tanqueta para contactar por radio con sus superiores. A los pocos minutos salió de ella con aire marcial y decidido. Un solo gesto fue suficiente para organizar la pequeña comitiva en dirección al antiguo ayuntamiento. Salió del vehículo tan solo con la compañía del oficial y un soldado de escolta. Se dirigió a la sala de juntas, le fue abierta la puerta, entró y sin sentarse pronunció con sequedad a la vez que dejaba un oficio sobre la mesa.

—  Les ha sido concedido ese par de días, aquí tienen las normas. Volveremos en busca de su decisión.

    Marchó con la misma celeridad con la que había entrado. Se dirigió al vehículo y al llegar a la altura del resto de la unidad  dio la orden de salir de allí. Mientras la comitiva se dirigía hacia la carretera, se escucharon algunos silbidos y gestos de reprobación hacia el ejército que fueron reprimidos por bastante gente. La mayoría optaron por permanecer en silencio y mantener la compostura. No sabían lo que estaba pasando pero intuían que de momento sus representantes habían aguantado el tipo. De inmediato, se hizo saber al pueblo el contenido del oficio, todos entendieron que no había mucho tiempo que perder.

    La familia de Bruno tenía que solucionar un dilema. Sejo y Tamara  decidieron ir a su domicilio de origen para hablar con los padres de Carlota con los que habían entablado una gran amistad. Necesitaban contrastar su opinión y su sentido del problema. Habían aceptado cambiar de domicilio, proveyendo que la ocupación del ejército fuera directa, pero todo daba a entender que no iba a ser así. Una vez se acomodaron, empezaron a hablar.

Tenemos dudas, serias dudas… es como si estuviéramos ante una partida de ajedrez. Nuestros representantes se han mantenido firmes, hemos mostrado el orgullo de un pueblo, de un verdadero pueblo. Ellos podrían ganarnos fácilmente, machacarnos si es preciso pero… ¿que sentido tiene eso?

—  Creo Sejo que eso no tiene sentido… pensemos que ellos tienen informes de que este pueblo es cabal. Ante todo querrán saber como hemos logrado sobrevivir, como hemos logrado cuidar la naturaleza, mantener el orden y la cordura, activar sistemas, técnicas y energías, por obra de una ingeniería  que no ha necesitado de combustibles fósiles… bien podríamos ser un modelo a seguir.

— Estoy de acuerdo contigo Briel, eso puede haber generado un cierto respeto, y el respeto siempre presenta dudas ante un comportamiento radical… pero si analizamos punto por punto el oficio que nos han dejado, lo primero que se deduce es que son ellos los que mandan, pretenden imponer su orden.

—  Cierto, pero no dejan de ser seres inteligentes… eso facilita la negociación.

—  Estamos ante la partida de ajedrez… negociación es movimiento. Jugamos con muchas fichas de desventaja, ¿no crees?

— Es cierto Sejo, pero mantenemos intacto al rey, no nos han hecho jaque todavía.


Tamara decidió terciar entre el diálogo de los dos hombres. Estaban divagando ante el desenlace de la partida, sin pensar en que eran ellos los que debían hacer el siguiente movimiento...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

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