Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/37 - (Diciembre) Parte 38/46 (Enero)...
— Y que
pasaría… si nos negáramos.
— Digamos que
su comportamiento dejaría de ser ejemplar… pero no adelantemos acontecimientos,
estamos seguros que sabrán recapacitar.
— Recapacitar es una opción, pero sería muy
interesante que además de la mano de obra y los técnicos, ustedes necesitaran
entender como hemos conseguido sobrevivir y cual ha sido el ordenamiento social
para lograrlo.
— ¿A que se refieren?... nosotros también hemos
conseguido sobrevivir.
— En diferentes condiciones… se entiende.
En ese preciso
instante, se produjo un silencio revelador. Fioro Golman no quiso seguir por
ese terreno y desvió por completo la conversación.
— Aquí y ahora solo importa una cosa… seguir
las normas establecidas por el gobierno, respetarlas y si no es así, el que no
las siga deberá atenerse a las consecuencias.
— Podemos entender eso como una amenaza.
— En absoluto es nuestra intención amenazar.
Son tiempos difíciles y se está teniendo mucha consideración con ustedes,
entiéndalo como quieran.
Fioro Goolman
tomó el censo en sus manos, lo pasó a un ayudante y se levantó dando un
pequeño golpe con la mano plana en la mesa no sin antes exponer una frase
preocupante
— Esperamos su
respuesta, ahora les toca a ustedes mover ficha… y les recomiendo que no agoten
nuestra paciencia.
Civiles y
escolta procedieron a retirarse con un cierto desdén, sin ni siquiera guardar
las formas. Bajaron las escaleras e ignorando por completo a las personas que
se encontraba a su paso, se introdujeron en los coches y salieron raudos de allí.
Los representantes del pueblo se quedaron un tanto anonadados por la actitud
del gobernante y por la celeridad de su actuación. Alguno de ellos lamentó haber cedido al entregarles el censo.
Estuvieron recapacitando un rato el suficiente para entender que no habían
hecho más que seguir las decisiones tomadas por la asamblea general; se aceptó
entregar el censo, de lo contrario hubiera sido como no existir y todos ellos
tenían una identidad y una voluntad propia digna de ser considerada.
TIEMPO DE
INCERTIDUMBRE
Entraban en un
periodo de incertidumbre, tenían un tiempo para recapacitar, que significaba
eso… cual sería el siguiente movimiento si estaba claro que nadie quería
renunciar a ser pueblo, ni mucho menos
estaba en sus mentes abandonarlo en las condiciones que se les exigía.
Bruno al vivir
ahora junto a Louise, se había distanciado un tanto de Carlos, máxime cuando por
motivos obvios no podían realizar sus habituales expediciones a la montaña,
pero eso no fue óbice para que supieran encontrarse con el fin de intercambiar
opiniones. Junto al discurrir del agua
en la riera, sentados sobre una pequeña franja de hierba, añoraban la libertad
de tan solo unas semanas antes.
— Existe algo
más jodido que ser controlado por otras voluntades…
— Sí, que te destruyan.
— No se atreverán Carlos… ni podrán ni se
atreverán.
— Ojala estés en lo cierto, pero nadie sabe lo
que está en sus mentes…
Bruno tomo una
pequeña rama seca de entre la hierba y la lanzó al agua. Mientras observaba
como la corriente la desplazaba aguas abajo y en actitud meditativa se dirigió
a su amigo.
— Algo ha
cambiado ¿verdad?
— Bruno… todos
sabemos que sí. Es más, sería difícil
encontrar entre nosotros alguien tan ingenuo que no supiera que esto pudiera
pasar.
— Yo esperaba
algo más radical… no este juego de incertidumbres.
— ¿Y si ni ellos mismos saben que hacer con
nosotros?
— Es posible… En fin, sea lo que sea, pase lo
que pase, el caso que no podemos salir de nuestro propio reducto… se acabaron
las salidas a la montaña, nuestras escaladas.
— Sí, no vale la pena jugársela… pero veras
Bruno, nada es eterno. Quiero ser optimista, ellos tienen informes sobre
nosotros. Saben de nuestro orden y que no somos peligrosos, todo acabará bien.
— ¿Estas seguro de que no somos peligrosos?
— Porqué hemos de serlo… ¿Que puede hacerle un
mosquito a un oso?
— Molestarle,
y como éste suelte un manotazo…
— Pues la jodimos…
Como si fueran
dos tipos aburridos, continuaron espaciando sus diálogos al tiempo que seguían
tirando ramitas o pequeñas piedras al agua. Justo entonces, vieron pasar a
Carlota al otro lado de la riera. La llamaron y esta se acercó cruzando el
pequeño puente de madera...
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
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