lunes, 16 de febrero de 2015

Novela: "Pueblo de Ramu" (parte 50)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10  (Septiembre) - Partes 11/19  (Octubre)
 Partes 20/30  (Noviembre) - Partes 31/37 (Diciembre) - Partes 38/46 (Enero) - Partes 47/49 (Febrero)-

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— No sigas… por si pensamos lo mismo. Actúan como  inspiradores de nuestra conciencia, nos orientan por otros caminos más sutiles, sin apenas hablar nos están indicando lo que solo cada uno de nosotros en su justa medida podemos comprender…
                                                         
—  No vas desencaminado… yo pienso algo parecido. Solo falta saber que es lo que tú has comprendido.

—   Simplificando… que no todo acaba aquí.

— Exacto, has dado en la diana… Creo que con nuestra actuación, manteniéndonos firmes, le estamos dando una oportunidad a nuestro Mundo. Si somos escuchados, nuestra voz sonará… de lo contrario nuestra energía jamás se perderá, permanecerá almacenada en un Mundo más sutil.

—  Y para ti Louise… como visualizarías ese Mundo sutil.

—  Para mí la tierra es un campo de pruebas y nuestro cuerpo un instrumento, una especie de vehículo que nos permite experimentar. La esencia de todo esto va más allá de nuestros cuerpos y del planeta en sí…

— Si eso fuera cierto… entonces a que tememos…

— Es una pregunta muy particular, que cada uno de nosotros debemos de hacernos… ¿no crees?

—  Nos estamos hiendo demasiado lejos Louise…

—  Creo que sí… En definitiva, estoy orgullosa de nosotros, de nuestro pueblo. No debemos claudicar y si nos sacan a la fuerza, si no nos escuchan vamos a intentar por todos los medios mantener la dignidad, hasta el final… no tenemos nada que perder.

—  Exacto… si lo vemos así, son ellos los que están perdiendo una oportunidad de vivir en paz, de intentar regenerar el planeta… Sería una lástima que optaran por la posibilidad de destruirnos…

—  Entonces Bruno destruirán la esperanza… y con ella a una parte de nosotros.

— Nada menos que la parte física… pero la verdad, no me gustaría renunciar a ella y menos en estos momentos.

    Entonces él abrazó con ternura a Louise, la besó y suavemente se introdujeron en el bosque en busca de uno de sus lugares favoritos, bajo un viejo sauce y sus hojas lánguidas y protectoras.

   Bruno se sentía muy unido a  Louise, estaba dispuesto a aceptar lo que viniera, no sin antes agotar todas las posibilidades de coexistir junto al pueblo… Había tenido la enorme fortuna de sobrevivir junto a todos los miembros de su familia directa, de encontrar amigos y el amor de su vida en un entorno rescatado al caos y que ahora  se manifestaba en plena armonía. No obstante, había momentos en que temía por sus padres, no quería que volvieran a sufrir lo que ya habían sufrido, no les correspondía; y por otra parte estaba Maia, que culpa tendría la pequeñita de haber nacido en momentos tan difíciles, aunque ahora estuviera protegida. Que sentido tenía nacer y tener una corta vida. Y pensaba en su pueblo, Ramu… como podrían proteger su legado si su destino era desaparecer o sucumbir bajo el yugo de un poder corrupto e ignorante. A menudo se acercaba a la casa de sus padres y que también era suya para dialogar y tantear su estado de ánimo, pero lejos de encontrar pesimismo, hallaba serenidad, algo que no dejaba de desconcertarle.

—  Hola Papá… ¿Cómo andamos?

— Andamos que no es poco… nadie se ha detenido, nadie nos ha detenido.

—  De momento…

Justo en esos momentos llegaba su madre y Maia, la pequeña dejó su mochila de guardería en un rincón, saltó sobre los brazos de su hermano Bruno, jugueteó un rato con él y luego se distanció para entretenerse con sus cosas.  Tamara se sentó junto a su marido y mirando con ternura a su hijo, comentó:

—  Se te ve muy feliz, creo que se quien tiene algo que ver con ese estado.

—  No te equivocas mamá. Louise y yo hemos hecho el propósito de no perder la sonrisa y de disfrutar de la vida… mientras podamos.

—  Hacéis bien, son momentos que nadie os va a quitar y que quedarán para siempre registrados.

—  Ojala pudiéramos quedarnos siempre en ese registro…

—  Sabes perfectamente hijo… que la vida es una mutación continua. Pero hay algo más fuerte e importante que la vida, nuestra particular existencia, ésta nadie la puede borrar ni destruir, es una exclusividad perdurable en la evolución de todos los seres.

—  Bueno mama… eso es pura metafísica, a ver si lo entiendo. Quieres decir que no solo vivimos sino que además existimos.

—  Según lo entiendo yo.

Sejo, observó la mirada de su hijo, él conocía muy bien el signo de esa mirada y se lo hizo saber.

—  No te preocupes tanto por nosotros Bruno… sabemos lo que ronda en tu mente. Lo que tu madre intenta decirte es que no nos pueden destruir, nadie puede romper la cadena de la evolución. Existiremos siempre acumulando el bagaje de la experiencia, para eso vivimos y por ello evolucionamos.

—  No quiero que sufráis más el azote de esos malditos, no lo merecéis. 

Justo en ese momento, al oír las palabras de su hijo y entender su preocupación, Sejo se levantó de su asiento y le hizo un gesto cariñoso a la vez que le indicaba…

— Bruno, quiero enseñarte una cosa…


Mientras Tamara quedaba al cuidado de la pequeña Maia, los dos hombres salieron de la casa para dirigirse al único edificio de tres plantas que existía en el pueblo y que no estaba lejos del laboratorio. Era el lugar ideal para instalar el artilugio justo en la abertura del patio central. Todo el pueblo conocía que allí estaba el péndulo, por eso a Bruno le extrañó que su padre le llevara allí. Colgado a considerable altura, él péndulo oscilaba lenta y continuamente trazando unas largas y estrechas elipses en el sentido de la agujas de un reloj...  

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

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