Me puedo permitir representar a
nuestra sociedad como una gran pirámide. La opulencia, el poder, la
soberbia y ciertos tipos de oligarquía están arriba. Es difícil sacarlos de
ahí, ellos viven en su mundo de esplendor, de prebendas y dificultan
sobremanera a los que quieren llegar más alto desde la mitad de la pirámide.
Los mandos intermedios, los nuevos ricos, los avariciosos y sensibles a la
corrupción suelen estar ahí, en medio, intentando trepar aunque sea pisoteando
a los demás y aceptando lisonjas de la cúspide. Más abajo, mucho más abajo y en
la base de la pirámide nos encontramos los demás: allí podemos encontrar a
intelectuales, artistas, obreros, comerciantes, licenciados, trabajadores en
profesiones múltiples, funcionarios, etc.etc.
Bien… he aquí a la pirámide, pero no nos podemos olvidar de algo
fundamental, que ésta se sostiene por la base. Esta base tiene que estar
compuesta de fuertes cimientos cargados de honestidad para aguantarla, de lo
contrario se derrumbaría. Sucede que la base ocupada en soportar tanta carga,
se olvida de su tremenda importancia y parece ciega a los efectos… Lo que puede
ocurrir y por supuesto que ya ha ocurrido a lo largo de la historia, es que si
la base se cansa de resistir injusticias, ésta acabe por estremecerse hasta
generar cambios en la estructura piramidal
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