Sigo observando mi trocito de cielo, aquel que encumbró la madre naturaleza, el que se sostiene por si mismo y nunca cae mientras lo contemplo, el que me acerca a la esperanza cuando llega el abatimiento, porque pronto entiendo al observarlo que él siempre está ahí, eterno e inspirador. Ese trocito de cielo aunque a muchos pueda abarcar, no todos lo ven igual, por eso y por nada más sigue siendo mío.
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