lunes, 3 de octubre de 2016

Relato: "Kora"

   No muy lejos del río Níger, al norte de Malí nacieron los gemelos Moussa e Ibrahim. Tenían ocho años y vivían junto a sus padres en un poblado. Su único sustento era ir al río a pescar tras una larga caminata, la misma que tenían que hacer los niños para ir a la única escuela del entorno. El padre Enam tocaba la kora, que el mismo fabricó. Consiguió una calabaza de cierto tamaño, la vació hasta dejarla hueca y luego tras cortarla por la mitad y forrarla con una cubierta de piel de cabra, solo quedaba añadir un mástil de madera tras hacerle unas muescas. Con tripa de antílope fabricó hasta veintiuna finas cuerdas que sujetó entre el mástil y la calabaza. Manejando once cuerdas con la izquierda y diez con la derecha, se conseguía un armonioso sonido mezcla de arpa y guitarra. Moussa e Ibrahim, mostrando un talento innato, no tardaron en aprender a tocar el instrumento bajo la atenta instrucción de su padre.

   Cierto día Enam, de acuerdo con su mujer Shaira, decidió tomar una decisión que iba a cambiar por completo sus vidas, venderlo todo y marchar hacia un futuro mejor en Europa.

   El largo y peligroso viaje, suponía ir andando hacia el noreste hasta encontrar la ciudad de Gao, establecer contacto con los Tuaregs para subir en un atiborrado camión con cien personas a lomos de numerosos bultos. Tras seis días de penosa travesía por el desierto, llegar a Oran tocando el Mediterráneo y una vez  allí, tratar con las mafias que se encargaban de llenar las pateras de emigrantes, para cruzar el mar y llevarlos hasta las costas españolas.

   La travesía acabó en tragedia, la embarcación no pudo soportar una fuerte marejada y naufragó más cerca de España que de Argelia. Murieron muchas personas ahogadas y sobrevivieron solo unos pocos, entre ellos Ibrahim que fue rescatado por un helicóptero malherido y llevado inmediatamente a un hospital. Su hermano Moussa que fue recogido más tarde ileso por una lancha de la Guardia Civil fue llevado a un centro de acogida. De los padres nunca más se supo. Sin documentación alguna y en pleno desconcierto, los dos hermanos se vieron separados y ambos recibieron la lamentable noticia de que sus familiares estaban desaparecidos.

   La historia podría acabar aquí, esta tragedia no deja de ser una más, entre los miles de muertos o desaparecidos en los intentos de cruzar el mar para lograr una vida mejor, ya sea por la amenaza de las guerras, la pobreza, o la desesperación… pero me atrevo a darle un giro de optimismo.

A los tres meses de la tragedia, Moussa fue adoptado por una familia residentes en Barcelona, ambos músicos y sin hijos, que pronto advirtieron en él su talento natural por la armonía. Ibrahim, también tuvo la fortuna de ser adoptado por una enfermera del hospital de Cartagena. Sin saber nada el uno del otro, al cumplir los veinte años, Moussa ya era un virtuoso de los instrumentos de cuerda, principalmente el arpa, siendo solicitado por  importantes orquestas y conjuntos musicales. Ibrahim, se convirtió en un virtuoso de la guitarra flamenca, ocurre que no tenía suficiente dinero ni él ni su familia adoptiva para pagarse los estudios del conservatorio. Tomó la decisión de construirse una Kora y dar recitales por las aceras de su ciudad para así conseguir algo de dinero.

Imagináis lo que ocurrió cuando en una gira por Cartagena, Moussa al ver un tumulto en la calle que escondía los sonidos armoniosos de una Kora, se acercó para ver quien la tocaba… yo sí.


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